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Gerard llegó más temprano de lo normal a casa, sabía que a esa hora su madre ya no estaría en casa por su trabajo y de igual forma, sabía que Mikey estaba en casa, más específicamente en su habitación, esa misma mañana se había quejado de dolor de cabeza y de estómago haciendo que Gerard se rindiera ante la petición del menor para no asistir a la escuela. Aún cuando Mikey tenía 17 años no dejaba de ser el niño flojo e inmaduro que Gerard tanto quería.
Porque después de todo era su hermano y era lo que más amaba en el mundo.

Al llegar aprovechó para preparar algo de comer, hizo pasta y recalentó un poco de la comida que había sobrado de la noche anterior; esa tarea no le tomó más de treinta minutos y en cuanto terminó con esa sencilla tarea subió las escaleras hasta la habitación de su hermano para llamarle a comer.

Tocó la puerta un par de veces sin obtener respuesta y aún cuando insistió más veces no recibió respuesta alguna. Al meditarlo por un par de segundos entró sin pedir más permiso, pero no encontró a su hermano recostado en su cama como lo esperaba por lo que supuso es que el chico estaba en el baño.

— Mikey, baja a comer. —Avisó tocando a la puerta del baño un par de veces. Nuevamente insistió un par de veces más a golpear suavemente la puerta sin recibir respuesta de nuevo.
Con el ceño fruncido se acercó a la cama palpando las sábanas un par de veces, confirmando gracias a la tibieza de las mismas, que había sido abandonada hacía poco.

Ya había revisado en la casa y tampoco es como que la casa fuera muy grande como para perder a su hermano, por lo mismo supuso que estaría en su baño, pero ¿porqué no le contestaba?

Insistió un par de veces más hasta que se desesperó, decidiendo que eso no funcionaría en absoluto, la puerta estaba con seguro y por lo que se daba cuenta, el menor no quería abrirle.

Más en la idea de molestarse por ser ignorado, Gerard estaba pensando más en el hecho de que no escuchaba ni un solo ruido en el interior del baño y no le gustaba en absoluto.

En cuánto encontró las llaves corrió escaleras arriba nuevamente, buscando la llave específica de ese balo en el camino y en efecto, su hermano estaba ahí.

Pero lo que Gerard vio no le gustó en absoluto.

Sí, Mikey estaba ahí, sentado en una esquina del suelo del baño, tenía la mirada perdida en algún punto de la pared, en una de sus manos estaba una de las navajas para afeitar que Gerard tenía para repuesto en su baño.
Gerard dio un par de pasos inseguros hasta donde se encontraba su hermano, encontrándose con la terrible escena de su hermano con las muñecas partidas de arriba abajo, desde la muñeca hasta un casi los codos con un mar carmín brotando de ambas aberturas.

Gerard sintió el pánico y el miedo invadir su alma, tirándose al suelo prácticamente para tomar a su hermano e intentar detener la hemorragia, sintiendo que sus manos no eran suficientes.

No sabía que tenía que ser y eso solo le hacía estar más asustado.

— M... Mikey —Murmuró sin soltar la única muñeca que logro cubrir con sus dos manos, intercalando su mirada de las heridas al rostro de su hermano, quién aún estaba un poco despierto.

La mirada casi pérdida de Mikey se posó en su hermano conectándose ambas miradas, Gerard no pudo evitar recordar a su hermanito asustado y con pesadillas, deseando que esa fuera una terrible pesadilla de la que ya quería despertarse.

— Asleep... –—Susurró con un hilito de voz, Gerard apenas logró escucharlo y con los ojos llenos de lágrimas, no podía pensar claro y no llegaba a entender lo que su hermano le decía— The Smiths... Gee, Por favor —Me s

onrió, aún en medio de todo, sonrió.
Gerard negó efusivamente, no iba a cantarle, tenía que llevarlo a un hospital sin demoras.
Su mente comenzó a carburar, tenía que llamar a una ambulancia pero su teléfono estaba en la sala junto con todas sus cosas y no quería separarse de Mikey.

Sing me to sleep {Mikey Way}Where stories live. Discover now