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POV. Ciudad Oscura.

Cuenta la leyenda que el destino de la elegida se rompería, cayendo ante la espesa oscuridad; bastaría solamente una palabra para romper su noble corazón.

Su alma terminaría por destrozarse a pedazos y la única esperanza era conceder por completo su espíritu hacía sus más temibles demonios, pero esto traería problemas, al ceder dejaría de sentir, de amar; quizás por siempre.

Pero todo tenía sus consecuencias, al cederse su alma ésta se marchitaría al igual que cada uno de sus recuerdos. La maldad rodearía por completo sus emociones, volviéndose una persona diferente, maligna.

No quedaría ningún rastro de piedad en su interior, todo cambiaría.

Pero se olvidaba de algo.

El amor todo lo puede, pero... ¿Podría luchar contra un corazón completamente destrozado?

Un siglo había pasado luego de su muerte, volvería a renacer de las cenizas; pero algo en ella había desaparecido. No quedaba nada de luz en su alma, su sed de venganza creaba espasmos en cada poro de su cuerpo.

Hacedlos implorar piedad, vuestra reina.

Luchad contra ellos.

Matad.

-¿Quién ha sido responsable de esto?- una voz imponente se oyó, los presentes bajaron su cabeza temiendo lo peor.

- No... lo...sabemos, princesa- tartamudeo un joven temblando de miedo a causa de su presencia.

-Quiero que todo este en orden para que al llegar nada pueda salir mal. ¡¿Pueden hacer eso por mí?!- estalló a gritos nuevamente, su voz demostraba molestia.

¿Pero de qué o quienes?

-Lo... lamentamos, princesa- respondió en susurros nuevamente el joven.

-¡No soy la princesa, soy la reina!- musito observando a su alrededor- No quiero lamentos, quiero que todos trabajen cumpliendo con lo acordado... ¿O es qué acaso no comprenden mis palabras?

-Lo haremos, reina. Ningún error más- tragó saliva el menor con miedo.

-Espero sea cierto, porque si no te cortare la cabeza- murmuró sobre su oído, dirigiéndose hacía dentro del Castillo.

Los papeles del destino se habían invertido, lo que mal cosechas mal lo siembras.

Alice había sido buena, pero en cambio destrozaron su corazón.

Ahora sería ella quien los haría pagar.

-Mami- murmuró con alegría la voz de una pequeña niña corriendo a los brazos de la reina.

-Mi pequeño Lucero- respondió con adoración.

-¿Nos iremos?- balbuceo sobre su cuello.

-Haremos un pequeño viaje, princesa- acarició su cabello con ternura- ¿Te gustaría viajar con mami?

Esta asintió con efusividad observándola con emoción.

Sus ojos brillaron al observarse, su conexión aumentaba conforme pasaban los años, estaban destinadas a estar unidas para toda la eternidad.

Aunque no sean unidas por sangre, las emociones y el cariño son mucho más fuertes.

-¿Iremos a ver a los abuelos?- su corazón tembló a causa de su pregunta.

-Daremos un paseo hacia el Palacio de los Camberleck.

-¡¿En mi cumpleaños?!- chilla con alegría.

-En tu cumpleaños, pequeña- sonrió con el ceño fruncido.

Eso era lo que ella quería descubrir.

¿Por qué su hija no crecía?

Aquello era un misterio, pero quién sabe.

La vida también sorprende...

Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora