Personalismo

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Personalismo

El Personalismo es un movimiento filosófico que comienza a finales del siglo XIX, y que adquiere fuerza a partir de 1930. Posteriormente, en la década de los 60 y 70 del siglo XX, sufrirá un arrinconamiento por el predominio de corrientes de pensamiento como el marxismo o la revolución sexual, para volver a recuperar presencia en la sociedad a partir de la década de los 80[1].

Orígenes del Personalismo

Para entender el Personalismo es importante conocer el contexto en que surgió. Los factores culturales y sociales más relevantes de la Europa de la primera mitad del siglo XX[2].

El positivismo y el cientificismo

Los logros numerosos de la ciencia llevaron a una enorme valoración del método experimental, del conocimiento científico y de las realidades físicas. que quizá se podría denominar materialismo intelectual. La causa próxima de esta mentalidad la podemos encontrar en el tremendo éxito alcanzado por la ciencia experimental. Frente a las oscuridades que presentaban las ciencias humanas, las jergas ininteligibles de los filósofos idealistas y la continua puesta en discusión de lo que ya parecía sólidamente establecido, la ciencia experimental aparecía como un modo de saber seguro, preciso, acumulativo y con unas repercusiones prácticas increíbles e inesperadas (teléfono, luz eléctrica, automóvil, aviación, etc.).

Todo esto llevó a muchos a pensar que el método científico era el único método de conocimiento válido y que las únicas dimensiones que realmente existían eran las físicas y materiales, aquellas que se podían controlar mediante ese método de conocimiento. Se empezó a considerar que los aspectos de la realidad que quedaban fuera del alcance de este método eran entidades ficticias, inventadas por la inteligencia del hombre, y que no tenían una existencia auténtica.

La teoría de la evolución supuso un apoyo importante para esta visión puesto que -en su versión radical- afirmaba que el hombre no era más que un producto de la evolución a partir de elementos materiales simples de carácter físico. No había en el hombre, por tanto, una dimensión espiritual ni capacidades espirituales, sino habilidades con origen en una realidad material más evolucionada que en las plantas y animales.

Esta versión radical de la teoría de la evolución condujo, por otro lado, a un descrédito de la religión, puesto que «explicaba» de modo científico realidades que para la religión tenían un origen sagrado. La religión aparecía así como un intento por parte del hombre de justificar su propia ignorancia. Se pensaba: no sabíamos cuál era el origen del hombre, y la religión se inventó una explicación acerca de ello, pero ahora la ciencia nos ha dicho la verdad sobre este asunto y la religión ha quedado desenmascarada. El paso siguiente era fácil de dar: las demás explicaciones que proporcionaba la religión sobre otros asuntos oscuros no eran más que invenciones que se sostenían porque la ciencia no había logrado explicarlas todavía. Era cuestión de esperar que ésta avanzase lo suficiente y caerían por su propio peso.

El resultado de esta mentalidad supuso un descrédito importante de las ciencias humanas, un replegamiento y complejo de inferioridad de la religión y también un rechazo a considerar desde el punto de vista intelectual las dimensiones trascendentes de la persona y, consecuentemente, a aceptar y creer en valores trascendentes. Los saberes que adquirieron prestigio fueron los que más se acercaban a las ciencias matemáticas y experimentales, acercamiento que pretendieron realizar muchos de ellos. En esta línea se sitúa, por ejemplo, la teoría de los tres estados de Comte, fundador del positivismo: el primero, que correspondía a la fase más oscura de la humanidad, era el religioso, a éste seguía el metafísico y, por último, llegaba el realmente válido, el científico. Surgió así, por ejemplo, el auge de la lógica en el interior del círculo positivista de Viena, proyectos como la famosa búsqueda de un lenguaje universal más cercano a la matemática, el declive de la antropología filosófica y, con mas motivo, de la metafísica, etc.

Bioetica I - Resumen - UBAWhere stories live. Discover now