Día 2

5.7K 607 119
                                    


Hacer los deberes domésticos de la casa resulta ser un gran problema para Uraraka en ocasiones. Pues Bakugou termina rompiendo las escobas, los trapeadores o descompone los aparatos eléctricos cuando se molesta demasiado. Ochako respira con paciencia al ver como su esposo destruye poco a poco la casa a la que recién habían comenzado habitar y no le queda de otra más que hacerse cargo ella sola de los quehaceres.

—Bakugou-kun dejame esto a mí ¿por qué no mejor vas, te sientas y miras algo de televisión?

—Silencio cara redonda —exclama hastiado mientras recogía la basura de la cocina, Ochako da un pequeño brinco en su lugar debido al grito del rubio encolerizado— Además no puedo.

—¿He? ¿Por qué no?

—Hice explotar la televisión.

Los colores se le van de la cara y siente sus piernas flaquear unos segundos. Apenas habían terminado de pagar esa televisión.

—¿¡QUÉ!?

—Esa televisión de mierda no cambiaba el canal así que la hice explotar junto al control remoto —explica de lo más calmado, como si lo que había hecho era la cosa más común, o al menos para él lo era y no le importaba seguir recogiendo la basura aparentemente más tranquilo aun cuando a su mujer parecía que le daría un infarto.

—Bakugou-kun tú... ¡eres un idiota! —exclama molesta ganándose una mirada sorpresiva por parte del aludido— ¡El control remoto no tenía baterías! Por eso no cambiaba los canales ¡La televisión no era el problema!

—Hey calmate —sugiere en un vano intento por tranquilizar a la castaña.

—¿Qué... Me... Calme? —dice pausadamente y Katsuki puede notar que sus ojos se han vuelto totalmente blancos y una extraña sonrisa se esboza en aquellos rosados labios, eran pocas las ocasiones que Uraraka solía enojarse demasiado y al parecer justamente ese día le tocaba presenciar una de esas escazas ocasiones. En esos momentos no podía llamarle cara de ángel.

Ella lo hace flotar sin importarle todas las groserías que salen de la boca de Katsuki, agradecía que la puerta trasera estuviera abierta, entonces, lo deja caer al suelo sin ningún cuidado y regresa a dentro.

—¡Hey! ¿qué mierda haces cara redonda? Ni creas que puedes tratarme como si fuera tu perro.

—Te quedarás afuera hasta que yo termine de asear ¿entendido?

—¿Y qué mierda voy a hacer hasta entonces? ¿Ver las nubes?

—Ese no es asunto mío —responde Ochako cerrando la puerta molesta.

Bakugou bufa por lo bajo mientras se cruza de brazos, si así se había puesto por lo de la televisión, no imaginaba como se pondría cuando se enterara de lo que le había hecho al microondas.



Disparejo | #KacchakoWeekWhere stories live. Discover now