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LA PEQUEÑA MALDICIÓN

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LA PEQUEÑA MALDICIÓN

Maldito sea el momento en que lo vi por la televisión. Lee me estaba persiguiendo constantemente; en sueños, en redes sociales, en YouTube, incluso en una película en Netflix. Es como si todo me mandara señales de él y eso era estúpido. ¿Lo peor? Los sueños. Sueños vividos de una época antigua en la que usaba vestidos apretados y asfixiantes. También París salía a relucir en cada momento, incluso la Torre Eiffel aparecía más de una vez en mis sueños.

Normalmente, no recordaba mis sueños, pero estos los recordaba como si hubieran pasado ayer. Incluso lograba definir aromas y sensaciones dentro de los sueños y eso me asustaba de una manera estúpida.

Lo odio.

Cerré los ojos. Hoy iría a mi primera sesión de terapia de energía cósmica o mejor llamada como alineación de los chakras. Yo quería tirarme a ver quién diablos era él y si de verdad había una vida pasada entre nosotros. Pero al parecer todo era un maldito proceso que tenía que pasar.

Prendí la televisión, Netflix me recomendaba la película que ya había visto dos veces en tres días. Esto era imposible, de verdad que las cosas no pueden ser así de obvias, algo malo debe de estar pasando o él se está volviendo popular y yo estoy creando todo en mi cabeza. No solo eran las películas, también era su música. La primera vez que puse una canción de él, descubrí que su voz me llenaba de una manera indescriptible, como si su voz la conociera de antes.

No tenía ni idea que diablos decía en cada palabra, no entendía más que los videos y sacando mis deducciones, pero ya me sabía de memoria una de sus canciones en solo dos días. Ya saben cómo me veía de idiota cantando canciones K-pop que no entendía absolutamente nada de ellas.

Como dé lugar, esto es extremadamente raro.

Tome un baño largo y bastante caliente intentando tranquilizar mis nervios. En dos horas debía ir al lugar de trabajo de Stef para mi sesión. Estaba lista, pero extremadamente nerviosa. Me puse unas medias, pantalón, blusa térmica blanca, un suéter, una chaqueta negra y una bufanda azul.

Coloqué mi cabello castaño en una coleta alta y me dispuse a colocar unas orejeras combinadas con mi bufanda. Estábamos a menos cinco grados, una temperatura fría como el mismo infierno sin llamas. Según la chica del clima estaríamos en las mismas hasta mediados de enero. Eso quiere decir que será una temporada del demonio.

Salgo de casa, pensando en que debí traer guantes, pero los he olvidado. Hoy tendría una cita más tarde con un señor que me ofrecería un nuevo proyecto para una campaña en H&M que me emociona muchísimo, si la consigo, mi trabajo no solo estará en Nueva York, sino en todo Estados Unidos.

Como tengo mi mente en París, pienso hacer una campaña muy linda al estilo romántico en esa ciudad. No sé si sería la misma sintonía que ellos, pero pensaba hacerla de ese modo, era un estilo de llamado. Mi pequeña Vespa es mi medio de transporte en este lugar de tráfico infernal. Atravieso la ciudad por Central Park hasta llegar a la tienda de Stef. Entro sonando la campanilla que cuelga del techo

—Hola Lucy, pasa adelante —me recibe con un abrazo muy grande.

—Hola Stef, vengo a que me arregles mis energías —sonreí amablemente. Esto de las energías si era mi mantra total.

—Esto será emocionante. —Stef voltea a ver a la chica que esta atrás del mostrados—. ¿Sofia, te encargas de la tienda?

—¿Para qué crees que estoy aquí, mamá? —la chica de dieciocho años la mira con los ojos entrecerrados. Esbelta, con su cabello lacio a comparación de su madre que lo tiene rizado desde la punta hasta la coronilla.

Bajo la torre de París ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora