-No escuché nada.

-Deberías ir a ver, por si acaso. Ya sabes como se pone cuando se pierde sus documentales.

Sí, es cierto. En vez de ver deportes periódicamente como la mayoría de los padres hoy en día, mi padre se la pasa mirando documentales en Discovery Channel. Los ama. Incluso grita frente a la pantalla en ocasiones mientras todo esta siendo pre-grabado. Otra de las ventajas de tener un padre obsesionado con la historia.

-Tienes razón -añade mi madre, levantándose-. Ha estado hablando acerca de un programa que trata sobre los reportes de antigüedad de los fósiles, y él de verdad ama eso. Mejor voy.

Tomo un suspiro de alivio mientras sale de mi habitación, llevándose con ella la bandeja de brownies.

Saco la caja del desorden de ropa, examinando la fotografía una vez más. No puedo, lo juro, decir el por qué estoy tan obsesionada con esta persona H.S. y la caja de terciopelo negro que parece dejaron atrás los antiguos dueños.

(...)

- ¿Nombre?

-Jane Marx.

La rubia que está como recepcionista aprieta sus rojos labios color cereza mientras busca a través del folder manila, sus rosadas uñas que son al menos una pulgada más largas, hojean los papeles antes de que se detengan en uno.

-Ah, Jane Marx -dice, extendiendo el papel hacia mí.

Lo tomo de sus manos, examinándolo. En éste está escrito el horario de mis clases, ocho periodos pulcramente alineados.

-Gracias -digo.

-Mhm -gesticula, regresando el folder dentro de un gabinete lleno de papeles a un lado del escritorio-. Ten un lindo día.

Agradezco y salgo de la oficina, encontrándome enseguida con el pasillo.

La preparatoria Castle Hill es la típica preparatoria. Un negro semental decorado por el color azul marino, siendo éste la mascota del colegio. Pálidos casilleros azules alineados por el pasillo junto con las ocasionales muestras públicas de afecto, agregándole a esto, las aburridas paredes blancas.

Odio la escuela.

En especial odio esta, inclusive si es mi primer día. Mi meta de ser más optimista es mucho más difícil de lo previsto cuando estoy rodeada de un montón de idiotas que ni siquiera conozco o quiero conocer.

Me deslizo en un asiento de la parte trasera del salón para mi primer periodo de clases. Observo a unas cuantas chicas engreídas en cortas faldas y blusas ajustadas entrando a la clase acompañadas de varios chicos en chaquetas deportivas y converse. Dios, ¿por qué la escuela tiene que ser tan cliché?

-Hey, chica nueva.

Giro mi cabeza para encontrarme con un par de ojos grises. Me muevo incómodamente en el asiento, mostrando la sonrisa más amigable que puedo gesticular, la cual, no es tan amigable.

El chico tiene el cabello de un tono rubio cenizo y usa una camiseta del colegio, el negro semental que tienen de mascota está ingeniosamente dibujado en medio de ésta. Me sonríe con sus blancos y brillantes dientes.

-Soy Max -se presenta, extendiéndome su mano. Cuando no le devuelvo el saludo, sonríe ampliamente y lleva la mano de vuelta a su regazo.

-Hola -digo, girando mi cabeza lejos de él tan pronto las palabras salen de mi boca.

- ¿Y tu eres?

-Jane -digo, esperando que esta conversación termine lo antes posible.

-Eres muy linda, Jane.

Giro mi cabeza nuevamente hacia él.

-No me interesas.

Suelta una pequeña carcajada.

-No te preocupes. No estoy tratando de coquetearte o algo parecido.

Levanto una ceja.

-Entonces ¿por qué estas elogiándome?

Se encoge de hombros aún sonriendo.

-Sentí que debía decírtelo.

Frunzo el ceño mientras la campana suena y la clase comienza.

(...)

El día transcurrió a su ritmo normal, lleno de falsos profesores felices y engreídos compañeros de clase con los que prefiero no convivir, y para el final de la última clase, estoy exhausta.

Llego a mi auto y me deslizo dentro en el asiento del conductor soltando un suspiro. Volteo hacia mi bolso en el asiento del copiloto tomando la fotografía que había estado escondida en mi cartera.

La observo por milésima vez. No he podido sacármela de la cabeza en todo el día. El chico de la foto, H.S, luce de mi edad. ¿Es posible que haya asistido a esta escuela? si es así ¿qué hacía su fotografía en mi armario?

Mis pensamientos son interrumpidos gracias a un golpeteo en mi ventana. Brinco y regreso rápidamente la foto a mi cartera, girando para ver de quién se trata.

Max, el chico de la primera clase, me sonríe del otro lado del cristal.

-Maldición, no hagas eso -suspiro mientras bajo mi ventana.

-Lo siento -se encoge de hombros, no viéndose arrepentido.

- ¿Qué quieres?

-Bueno, sabiendo que es tu primer día en PCH pienso que debería darte la bienvenida, así que, bienvenida.

Bufo.

-Gracias.

-De nada. Te veo mañana -se despide nuevamente dando media vuelta, alejándose de mi auto.

Lo observo irse. Es la única persona con quien he mantenido una conversación real en todo el día, las chicas con las que hablé en matemática no cuentan.

Suspiro encendiendo el auto e inicio mi camino a casa.

Tengo la casa para mí sola por un par de horas antes de que lleguen mis padres. Mi madre obtuvo trabajo como maestra de primer grado en la primaria Castle Hill. Aunque todavía no comprendo cómo es que le gusta estar todo el día rodeada de un montón de molestos niños pequeños por cinco días a la semana; pero esa es sólo mi opinión.

A mi padre lo contrataron como jefe de departamento en el consejo escolar. Dice que va a extrañar dar clases en el colegio, pero que también necesitaba un descanso de eso.

Me toma un par de minutos poder finalmente girar la llave dentro del cerrojo de la puerta trasera de la cocina para entrar a casa. Aviento mi bolso sobre la mesada y tomo una manzana del frutero, mordiéndola. Me recargo sobre la barra comiendo y observando una pequeña grieta en la pared.

A veces me siento tan inactiva. Es como un vacío dentro de mí, sólo está allí, como cuando no le das mucha importancia pero sigues sintiéndolo. No me gusta. Desearía poder eliminarlo.

Recojo mis cosas después de unos minutos tirando el corazón de manzana a la basura y subo a mi habitación .

Dejo mis cosas sobre el suelo y decido empezar a desempacar.

Doblo mi ropa paso a paso, tratando de superar hasta al más pulcro trabajador de Hollister, y me deshago de las finas capas de polvo que cubren mi armario. Pongo sábanas limpias a mi cama y organizo mi librero, sintiéndome orgullosa de mi trabajo al cabo de una hora.

Me acuesto de espaldas en mi cama, con la fotografía en mis manos.

- ¿Quién eres? -pregunto, observando el rostro del chico y corriendo mis dedos sobre la suave textura de la foto.

Me siento, girando hacia el buró donde dejé la caja, la abro y ahogo un grito en seco.

Hay algo dentro de la caja que definitivamente no estaba allí antes.

La tomo y sostengo entre mis dedos -una pequeña calavera plateada con un par de huesos cruzados por detrás, puesta en una delicada cadena de plata.

Phantom [h.s] •Completa•Where stories live. Discover now