Capítulo 1

15 3 1
                                    


—Me parece que estás sacando fuera de contexto lo que te estoy diciendo, Emilia.

—¡A mí me parece que no! —digo ya cabreada y sin importarme. —¿Llevo cuánto, veinte tantos años con vosotros? ¡He faltado en raras ocasiones a mi puesto, vacaciones las que me pertenecen, vamos macho! si ni siquiera pedí reducción de jornada cuando tuve a Miguel. ¿Y ahora me despides?

—Creemos que esta empresa se ha quedado pequeña para ti.

—¿Ya sí, claro, y ahora qué me pongo a hacer cupcakes?

Vaya escena más embarazosa y encima hoy catorce de febrero, cuánto amor me tiene la vida coño. Son las once y veintitrés y no quiero volver a casa. Necesito desahogarme, soltarle todas mis memeces a alguien, beber o pegarle a algo. Se que no es un gran trabajo lo que tenía, pero era mío y me lo han arrebatado. Decido llamar a mi amiga Carlota, ella siempre me escucha sin juzgar y aguanta mis pijadas y desvaríos.

—¿Carlota, hola que haces? ¿Nos podemos ver en un ratito? —le pregunto sin rodeos.

—Claro, ¿qué pasa? —vaya, ya se ha preocupado. —Tu llamándome antes que escribirme. Algo pasa.

—Te lo cuento en cuanto vengas. ¿Nos vemos en el bareto? —le insisto sin dejar que me tenga al teléfono más rato.

—En diez minutos estoy ahí. —y cuelga.

El bareto, lugar de encuentro previo a las fiestas de los sábados, cervecitas después del trabajo y desde hace tiempo si te acuerdas de él, un puto café porque ya no tienes ganas ni puedes permitírtelo. Existen muchos motivos desde hace años que te hacen cambiar de camino y costumbres. El trabajo, que ya no tengo. La casa, las cosas de la casa el niño... ah sí, y el marido. Ese repetido hombre que duerme contigo y que como una sombra te sigue con el carro del Mercadona por los pasillos. Ese novio que te sorprendía, ese marido que te amaba, ese hombre que ahora solo ves como un complemento de tu vida. Mira, por ahí viene Carlota ¡veinte dos minutos solo! Se ha superado.

Siempre que está libre esa mesa nos colocamos en ella, está lo suficientemente lejos de la entrada del bar como para hablar sin miramientos ni interrupciones y además le da el sol tanto que tienes que ir suncool con gafas de sol, pero con la bufanda hasta arriba.

Neni, muak muak —siempre resuenan sus besos —¿qué pasa? —No me deja hablar, primero hace una introducción de como la he pillado, lo que iba a hacer... —pues me has pillado que iba a comprar y me estaba arreglando ya por eso no he tardado nada.

—Me han despedido. —Ala toma bombazo ¿cómo te quedas?

—¿Pero que me estas contando? —alarga el "ando".

—Pues como oyes, después de una vida con ellos, me echan.

—Pero, ¿cómo te pueden hacer eso? ¿Quién va a aguantar en un trabajo tan aburrido tanto tiempo como tú?

—Tampoco te pases Carlota. —le digo defendiendo lo que aún siento mío.

—Emi, trabajas de vigilante en el puto cementerio. Trabajabas. Lo más estresante es el uno de noviembre.

—Tienes razón ese día hay mucho turista. —le contesto con sarcasmo.

Una pausa se hace mientras el camarero nos trae los cafés. Carlota aprovecha para encenderse un cigarro y saborear la primera calada como quien aspira oxigeno puro. Enseguida me llega el olor a novel. Cierro los ojos y lo aspiro yo también.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 16, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Los líos de EmiWhere stories live. Discover now