7| El pasado.

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—Bueno linda, espero que sepas escalar.—Susurro Finn a lo cual ella asintió.—Bien entonces...

Escaló la pared sosteniéndose de algunas partes donde los bloques sobresalían, al estar al otro lado cayó sin hacer ruido, Alessia en su intento de seguirle el paso al estar del otro lado cayó de forma brusca, el solo la miró molesto cubriendo su boca con un dedo.

—Ven sígueme, no hagas ruido.—Caminaron entrando por una cocina.

Alessia vio como Finn asomaba la cabeza, mientras Pelletier observaba lo grande que era esta, el moderno horno, el piso brillante e incluso las frutas recién compradas y lavadas, con su mano Wolfhard la llamó a seguirlo por el pasillo que daba a la sala donde habían unas hermosas escaleras, no muy lejos se escuchaba la voz de una mujer mayor dándole instrucciones alguien mientras una música clásica sonaba, apenas pudo ver a la mayor de unos 40 años con un peculiar vestuario de servicio, frente a ella una niña de tal vez 14 años.

—¿Finn?—Habló la niña.

Finn le dio unos empujones no muy seguro de hacerla subir, miró a la planta de arriba con miedo.

—Si Brooklynn soy yo, ¿Dónde está papá?

—No sé, creo que salió por asuntos de trabajo.

—Joven Finn, ¿Está hambriento?—Preguntó la mayor.

—No Mercé... Y sabes que puedes llamarme solo Finn al menos cuando mi padre no esté.

Ella solo asintió quitándose un peso de encima, subió las escaleras y la llevó a un cuarto, le puso algunos seguros antes de botar aire relajándose. Mientras Alessia nuevamente se quedaba observando el inmenso cuarto de su coetáneo, era el doble o el triple de grande que su habitación.

—Bueno linda te presento mi cuarto.—Caminó hasta su cama acostándose.

El ambiente se tensó cuando escucharon la puerta de abajo abrirse y cerrarse agresivamente, Finn se levantó asustado mientras se escuchaban pasos en las escaleras y el pasillo.

—¿Ya llegó Finn?—Alessia tembló al escuchar la voz del padre de su amigo.

—Si.—La voz de Mercé sonó tímida.

—Me molesta que se desaparezca todos los fines de semana, es una vergüenza solo imaginar que cosas o no hace frente a los hijos de esos empresarios.

Finn la miró suplicando que no haga ruido, se paró frente a la puerta nervioso, hasta que se escuchó otra puerta abrir y cerrarse, después de unos minutos se calmó y volteó a ver a la chica.

—¿Quién era?—Preguntó curiosa.

—Mi padre.–habló con asco.

—¿No sabe que estoy aquí?

—Eso es algo obvio, ni mi hermana o Mercé lo saben y no tienen porque.

—¿Por qué no me dejas hablar con tu padre?—Fue una pregunta muy estúpida.—Así no estará molesto.

—No creo que sea necesario.–La miró molesto.

—Bueno.—Se encogió de hombros mirando a otro lado mientras Finn se acercaba.

—No pongas esa cara.–Comenzó a jugar con el largo cabello de su contraria.—Así me odies te tendrás que acostumbrar a mi presencia. Creo que ya deberías dormir, bonita, en esta casa nos despertamos a las 5 en punto, si quieres tener energía mañana deberías dormir desde ahora.

Finn le dio unas de sus finas prendas de dormir dándole espacio en su cama, aunque por lo grande que era cabían a la perfección sin si quiera rozarse.

Serendipia |Finn Wolfhard.Where stories live. Discover now