CAPÍTULO 1

5.4K 263 50
                                    

Empecé este día sin saber que meses después sería una divertida anécdota que compartir con aquel chico que me había interesado desde la primera vez que lo vi. Pero, no es momento de adelantar todo.

Desperté quitando con molestia aquella manta que por las noches me quitaba el frío, pero en estos momentos no hacía más que agobiarme de calor. Después de salir de mi habitación caminé directamente hacía el baño, al parecer a mis padres no se les había ocurrido la idea de colocar baños en cada cuarto. Da igual, nunca me queje por eso, ya que casi nunca nos traía problemas.

- Tu desayuno está en la cocina .- anuncia mi madre como todas las mañanas.

- Gracias .- murmuré aún con indicios de sueño.

Hoy era viernes, el tercer y último día de la semana en el que debo acudir a clases de recuperación. Sí, por andar de holgazán todo el año anterior había perdido un curso, el primer curso que no había aprobado en mis nueve años de escuela. Álgebra, podía ser bueno para todo lo demás pero las matemáticas nunca se me dieron bien, y al parecer nunca lo harán. Al principio me negué rotundamente a acudir a la escuela en verano, pero después de ser severamente obligado por mis padres me terminó gustando. Tanto que me vestía y arreglaba sin molestar a nadie.

- Ma, ya me voy .- grité mientras bajaba los escalones.

- Ve con cuidado.

Dice lo mismo todos los días, tiene la seguridad de que un día de estos me robaran por llevar el celular a clases. ¿Qué otra cosa podía hacer? Me aburría mucho. Estar en un salón lleno de chicos y chicas que tenían más de tres cursos desaprobados no era precisamente divertido. Y al ser (sorpresivamente) el mejor de allí todos se acercaban a mí, ellos pensaban que por hacer eso automáticamente tenían derecho de copiar mis respuestas a la hora del examen. Tontos.

Después de caminar hasta aquel peligroso paradero cogí el bus, quien me llevó directamente hasta la escuela por un monto mínimo de cincuenta centavos. Era mucho mejor que caminar.

Después de pagar bajé de aquel vehículo y coloqué mi pequeña mochila en la espalda. Mientras me acercaba a la puerta principal iba hurgando por mis bolsillos en busca de mis no tan preciados audífonos. Y digo "no tan preciados" porque en aquellos tiempos no tenía la mejor música descargada en mi galería, bastaba con ver las primeras canciones para que se te quitaran las ganas completamente de oír música por el resto del día. Talvez exagero.

Como de costumbre, saludé al señor de la puerta y a unos cuantos maestros que se cruzaban por mi camino. Ya eran las 10:58, tenía dos minutos para llegar al aula antes de que el maestro se enoje conmigo. No quise correr, no había algo que odie más que correr mientras el sol ardía por encima.

- ¿Tan tarde? .- dice Fabiana, una media amiga que casualmente también había llevado el curso. Me acerqué a ella y deje caer mi mochila a su lado en aquella carpeta de dos.

- Desperté tarde .- mentí con una media sonrisa en mi rostro.

Al parecer no había llegado tan tarde. Recién estaban ingresando algunos estudiantes que de habían ido a "pasar el rato" fuera de la escuela. Recuerdo bien que un día me invitaron a ir con ellos, y después de una mentira ya estaba camino a casa. Así soy yo, nunca rompiendo las reglas.

No pasaron tantos minutos cuando Steven y Andrea habían tomado asiento justo detrás de nosotros. Cómo dije antes, creían tener derecho de copiar mis respuestas.

Comenzamos a charlar, no recuerdo mucho sobre que, ellos son el tipo de personas que pueden comenzar hablando de su difícil capacidad para comprender las matemáticas y terminar contando las peores cosas que habían hecho. Obviamente yo no tenía mucho que aportar a esa charla. Cogí mi celular, no había visto mis mensajes desde ayer. Tampoco es que sea uno de los chicos populares, porque no llegaba ni a la mitad de eso, pero tenía amigos. Unos pocos amigos. Generalmente tenía muchos mensajes de Valentina, mi mejor amiga. Esa pequeña pero cruel niña acostumbraba a mandarme muchísimos mensajes en mayúsculas contándome sobre Grace, su adorada gata, acompañaba aquellos mensajes con fotos que no dejaba de tomarle en ningún momento. Cómo quisiera que estuviera aquí, aunque todos sabían que ella jamás pisará alguna vez estas aulas, es una de las mejores alumnas que hay y por ende una de las más aplicadas.

Mi Corazón Tuvo Razones (GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora