El ambiente en el coche de Ryan era bastante incómodo para Zoey. Solo ponía canciones de James Blunt, canciones bastantes románticas para su gusto. Le había preguntado cómo cuatro veces a donde se dirigían y él solo le decía "sé paciente" ya estaba desconfiando del hombre. Ni siquiera entendía como había podido subir a su vehículo con él, sabiendo cómo era: engreído y mujeriego.

Al cabo de quince minutos estaban frente a un edificio.

— ¿Me trajiste hasta tu departamento? —preguntó incrédula y con la ceja derecha levantada.

—No —contestó —. Bueno sí —no sabía bien que contestar por la forma en la que reaccionaria ella —. Es que arriba hay una sorpresa para ti que te va a encantar.

—Sé que hay una sorpresa pero no estoy segura de que si me va a encantar —dijo de manera irónica.

—No seas mal pensada —se defendió —. Vamos, baja —dijo saliendo primero del vehículo y a Zoey no le quedo de otra que seguirlo.

Zoey miró el edificio y se abrazó a sí misma, todo es le daba mala leche.

"¿Qué te pasa Zoey?" se regañaba a sí misma.

"¿Qué esperas para salir corriendo?"

"¡Idiota!"

— ¿Vienes? —preguntó Ryan caminando hacia la puerta ya que ella se quedó parada, observando el edificio, con desconfianza.

Zoey volvió a la realidad y simplemente afirmó con la cabeza caminando detrás de él. ¿Qué demonios se supone que estaba haciendo? ¡Debía dar vuelta ya!


Y ahí estaba ella...

Entrando a la boca del lobo. Ryan cerró la puerta y ella se quedó observando el hermoso y acogedor lugar; había cuadros costosos colgados en la pared pintada de un gris oscuro, le gustaba el color. El ambiente era algo melancólico por los colores y los muebles pero a la vez elegante.

— ¿Te gusta? —preguntó pasando a un lado de ella.

—No tienes tan mal gusto, después de todo —tuvo que admitir.

—Después de todo, no somos tan diferentes ¿eh?

Zoey no contestó simplemente se limitó a seguir observando a su alrededor. Le gustaba el lugar. Estaba mejor decorado que su casa y su propia habitación.

— ¿Tú hiciste todo esto solo o contrataste un decorador profesional?

—Lo hice solo —sonrió de lado mientras traía una botella de vino del refrigerador de la cocina que quedaba detrás de una barra en donde se comía. Coloco la botella sobre la mesa de vidrio que estaba frente a un sofá oscuro —. Si estás interesada puedo ayudarte a decorar tu casa o tu habitación —dijo trayendo ahora dos copas y se sentó el sofá.

—Te pagaré —aseguró, sentándose ella también en el sofá, a su lado, mientras veía como Ryan llenaba las copas de vino, delicadamente.

Ryan sonrió, no estaba interesado en cobrarle. Dinero no le faltaba. Le extendió una de las copas y sus dedos se rozaron cuando ella intento cogerlo. Sus miradas se cruzaron y se quedaron mirándose por cuatro largos segundos. Zoey carraspeó y detuvo el contacto visual. Se había puesto nerviosa. Su mano temblaba ligeramente.

—Gra- gracias —también su voz y se maldijo por ello —. Se me atoró algo en la garganta —se excusó de forma patética y bebió un trago largo.

—Y cuéntame, ¿qué pasó con esa chica que te gustaba...? —intentó calmar el ambiente, no quería que Zoey se sintiera más vulnerable de lo que se sentía...claro que le encantaba tenerla así, tan vulnerable, tan frágil que parecía un gatito pero podría salir escapando como lo hace siempre.

—No sé más nada de ella y no me interesa —respondió fríamente —. No quiero hablar del asunto —no quería pensar en ella.

—Está bien, lo comprendo —dijo tomando un sorbo de su copa — ¿te parece si cenamos? He preparado la cena, solo necesito calentarla.

— ¿Tú? —preguntó divertida, no esperaba eso — ¿tu cocinas?

—Por supuesto que sí, no soy tan inútil como tú me consideras —se defendió fingiendo molestia y Zoey rió un poco.

—Está bien, cenemos.

—Luego de eso te daré la sorpresa —Ryan le guiñó el ojo antes de levantarse e ir a calentar la cena.

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LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now