II

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Cuando caminaba con su play en la mochila y el estómago chiquito, lo único que pensaba es que la vería por última vez y que seguiría buscando felicidad en su calor.
Aún hoy recuerdo en como su hermana me entregaba Cumbres Borrascosas en donde le ofrecí mi corazón. Era un cuadrado negro que se rascaba con la uña y se escribía un corazón y una letra L en su centro, con los colores del arcoíris. Jah, lo que se reducen tus putos sentimientos. A un estúpido pedazo de cartón que usaba como marcador de libros.
Siempre enfrenté mis amores con frialdad. Pero esta vez fue diferente. Durante todo el viaje en micro apoyé mi cabeza en la ventana y derramé algunas lágrimas. Malditas traicionera. No quería sentirme así, y ese sentimiento me apretaba la garganta y respiraba con dificultad por los mocos. Todo lo que quería estaba junto a un par de caderas y unos ojos llenos de ternura. Y saber que ya nunca más la vería así tan callada y tibia me quebraba el corazón un poquito más.
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Quiero un beso sabor a tequilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora