Comenzamos a correr por el pasillo, solo que al estar por las habitaciones, él tomó mi brazo, me jaló a ellas y puso el pestillo, estampándome contra la puerta.

En afán de sentir más cercanía entre ambos, enrollo mis piernas en su cintura y brincó un poco, haciéndome jadear. Comenzó a besarme apasionadamente, mientras que dejaba mordeduras sexys.

Tomó el borde de mi camisa y comenzó a levantarlo, hasta que me la quitó.

Se dio la media vuelta sobre sus tobillos y me dejó en la cama de abajo y se puso sobre mí.

Él comenzó a bajar sus labios, dejando pequeñas mordidas por el cuello, clavícula, entre los pechos, dejó besos lentos y húmedos en mis costillas y estómago y llegó al borde de mi pantalón, e intentó quitarlo.

—No tan rápido vaquero.—le comenté, divertida.—Tendrás que ganártelo.

Tomé el borde de su camisa y la jalé igualmente, pasándola por su cuello.

Las cosas seguían subiendo de intensidad, él me había hecho rogar por él en lugar de viceversa.

Nuestras pieles ardían de deseo y ya no podíamos soportar más, así que se deshizo de la parte superior de mi ropa interior y mi pantalón.

—De esto estaba hablando.—comentó antes de darse rienda suelta con mi pecho.

—Lex...—jadee y él río complacido.

—Te necesito ya...—me rogó pues me niego a que siga.—Ahora.

Sus besos bajaban a mi cuello, regresaron a mi clavícula, bajaban más y más, hasta que llegaron a mis pechos.

—Te haré desearme tanto como yo lo hago.—Me aseguro.

—¿A sí?—pregunté divertida, mientras cerraba los ojos.

—Oh sí.

No mentía. No sé ni cómo sabe hacer lo que hace. Sólo sé que si antes no estaba completamente encendida y con ganas, ahora sí.

—Anda.—le dejé por fin, lo necesito tengo como él a mí.

—¿Qué?

—Quítate el maldito pantalón, Karev.

(...)

Las cosas iban de perlas si consideramos el espacio reducido que tenemos y el lugar específico en el que nos encontramos, Lex se estaba dando a lucir pues es realmente bueno en hacerte temblar y jadear en poco tiempo, hasta que.. Alguien tocó estruendosamente la puerta del armario en el que estamos, haciéndonos dar un brinco.

—¡Karev, Shepherd! ¡Tienen una neurocirugía en cinco minutos! ¡Salgan de ahí a tiempo o estarán en Urgencias por dos meses!—nos gritó Bailey desde fuera, así que nos miramos exaltados.

Dios, cierto, la cirugía del Señor Meyers, ¿cómo pude olvidarla? Mi hermano lleva planeándola por meses.

Rápidamente tomé toda mi ropa del suelo y me la puse, escuchábamos más golpes en la puerta, mientras Lex y yo buscábamos desesperadamente su camisa. Hasta que la encontramos en una esquina, él se la colocó y abrimos la puerta del armario, saliendo apresurados.

Podría hacerse pasar por los apuros de la cirugía, mientras que realmente es porque estamos MUY acalorados y no tenemos ganas de dar explicaciones.

Nos lavamos rápidamente, nos pusimos los trajes y entramos al quirófano "a tiempo"

—¿Se podría saber por qué tardaron tanto?—nos cuestionó mi hermano, justo es lo que no quería que me preguntara.

El cubre boca tapa la mitad de su rostro, así que no sé si está enojado o qué, pero supongo que debería estarlo, casi no llegamos.

—¿De verdad quieres saberlo?—le cuestionó Lex, así que le di un golpecito en la pierna, me miró confundido y yo abrí demasiado los ojos, dándole una señal.

—No, no quiero realmente. Porque viendo el problema que tienes ahí, ya me imagino en que estaban ocupados.—comentó mi hermano antes de comenzar la operación al 100.

Miré discretamente a los pantalones de Lex, y algo resaltaba ahí.

—Lo siento, no me puedo controlar.—me susurró al oído, así que mi hermano carraspeó la garganta para hacerse notar, supongo. Así que para que no sacara a alguno de los dos de la operación me alejé un par de pasos de Karev.

No es divertido dejar las cosas a medias. Arde.

Cada centímetro de mi piel está gritando porque regresemos a ese maldito cuarto, para sentir sus caricias y terminemos lo que comenzamos. Pero por varias horas, sé que no será posible.

Serán unas largas horas de verdad.

Heartbeat. |Alex Karev y tú.Where stories live. Discover now