PROLOGO

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Los ángeles eran criaturas libres por naturaleza, pero esta libertad les fue quitada por Emma, la actual suprema de los ángeles. Ella había instaurado un régimen sin precedentes y a los ángeles no les había quedado de otra que someterse a sus extrañas normas. Tenía cubiertos todos los aspectos, nunca la derrocarían o eso creía ella, se había concentrado tanto en realizar su voluntad que había pasado por alto el hecho de que cada cinco milenios se debía nombrar un nuevo representante.

Se había concentrado en muchas nimiedades y había pasado por alto algo tan obvio, estaba en el manual que había resuelto no leer porque cada una de sus palabras le aburría en exceso e igual ella tenía diseñado su propio plan. Desafortunadamente para ella era el primer ángel joven en obtener la supremacía, nunca había vivido una sucesión, exceptuando la que ella ganó. Al enterarse de su error entró en depresión y se aferró a la única solución que pudo imaginar.

Había decidido que un hijo suyo sería su sucesor, tenía el tiempo en su contra, pero los ángeles eran muy inteligentes y si ella siendo joven había podido obtener el puesto, con seguridad su retoño también lo lograría. Ella lo entrenaría con tal objetivo. Pocos meses después nacía su heredera una hermosa criatura, quién para su asombro resultó ser más poderosa que todos los habitantes de aquella morada angelical. Kara su consejera, la bruja más poderosa que había podido encontrar al inicio de su carrera estuvo muy sorprendida con las habilidades de la pequeña. Al final decidió que era peligrosa, puesto que a su corta edad no podía controlar sus poderes y aunque al principio la había mantenido a raya, un día determinó que sino tomaban una drástica decisión pronto no podría controlarla más y quién sabe que estragos causaría.

Para colmo de males el creador le informó que debido a su extraña manera de proceder, la elección del próximo supremo de los ángeles la realizaría él mismo. Totalmente derrotada consintió en abandonar al monstruito a su suerte, era incapaz de destruir a su propia sangre y aunque Kara no lo aprobaba terminó obedeciendo a su suprema.

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