—Vete de aquí, Byron —le ordena bruscamente.

Aunque lo estoy viendo todo, no puedo mover un músculo. Estoy tan mareada... Intento mojarme los labios, pero mi boca está dolorosamente seca.

—Nunca dejas que me divierta —se queja Byron antes de desmaterializarse en la oscuridad.

Por un momento, su hermano se queda de pie ahí, de perfil. Finalmente, se mueve y se arrodilla frente a mí. Con gentileza, me ayuda a sentarme y apoyar la espalda contra la pared. ¿Por qué me ha ayudado? No lo entiendo, pero estoy demasiado débil para pensar las cosas. Necesito sangre.

Él se queda arrodillado delante de mí, sin decir una palabra. Está cerca, lo puedo ver mejor. Sus ojos son una combinación de negro y rojo. Nunca he visto un par de ojos como esos, son simplemente magníficos. También puedo ver sus labios llenos, y cómo los humedece con la lengua. Eso es todo lo que su máscara me permite ver. Extiende la mano hacia mi cara, pero se detiene en la mitad, como si lo pensará mejor, y la baja, aclarando su garganta. Las alertas cruzan mi mente cuando lo veo inclinarse hacia mí; su nariz en mi cuello.

—¿Por qué lo sigues atrayendo? —pregunta, olisqueando mi cuello.

No me muevo, no se por qué no me puedo sentir en peligro frente a este Purasangre.

Él deja mi cuello y lo observo subirse la manga de su uniforme, descubriendo su muñeca para morderla. Cuando la sangre brota, me la ofrece:

—Bebe, lo necesitas. No te preocupes: no he bebido tu sangre, no habrá ningún vínculo entre nosotros.

El olor de su esencia me vuelve loca. Trago grueso; ya no puedo controlarme. Le sujeto la mano; una sensación de familiaridad me invade, pero la sacudo. Lamo su sangre lentamente. Algo palpita dentro de mí cuando la pruebo. Como si algo escondido estuviera tratando de salir a la superficie de nuevo. Su sangre no es nada comparada con lo que me he estado alimentando en los últimos años. Es antigua, poderosa y deliciosa. Lo oigo suspirar. Algunos de sus recuerdos se precipitan hacia mí apresuradamente.

Este Purasangre es cruel. Ha matado a tantos vampiros fríamente y sin ningún remordimiento... No sintió nada cuando lo hizo. No hay sentimientos dentro de él, solo soledad y oscuridad. Me doy cuenta de que él está controlando los recuerdos que estoy presenciando. Solo veo lo que él quiere.

Aparta su muñeca, haciendo que me detenga. Me quedo allí en silencio. Me lamo los labios sin querer desperdiciar una sola gota de sangre. Tengo tanta energía... Nunca me he sentido tan bien en toda mi vida vampírica. Su sangre es mágica. Él se levanta y yo lo imito. No sé qué decir. Me ha salvado de su hermano loco y me ha dado su poderosa sangre con sus recuerdos en ella. Tengo que tragarme mi orgullo.

—Gracias —murmuro.

Él simplemente asiente. Quiero saber por qué hizo lo que hizo, pero no soy lo suficientemente valiente como para preguntarle. Su vigorosa sangre corre por mis venas; me siento impresionantemente fuerte después de sentirme tan débil. Nos quedamos en silencio. Mis sentidos están más agudos que nunca; puedo percibir a los vampiros de mi clan viniendo rápidamente a mi habitación:

—Deberías irte —digo ojeando la puerta, la cual se abre abruptamente para mostrar a un Ian furioso. Cuando miro el lugar donde estaba el Purasangre, ya se ha ido.

Mi amigo aprieta sus puños a los costados, el fuego emanando de sus dos manos.

—¿Dónde esta? —pregunta con enfado, Aidan viene justo detrás de Ian.

—Cálmate, se ha ido. —Mi voz suena tranquila. El fuego de Ian empieza a quemar una de mis sábanas—. Controla tu fuego, por Dios —le exijo, extinguiéndolo con una almohada.

La Revelación (Almas Perdidas I) [En librerías]✔️Where stories live. Discover now