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Advertencia: Esta es sólo una muestra gratuita, estará sólo hasta el capítulo 5. La encuentras completa en Booknet y Amazon Kindle. Gracias por apoyar mi trabajo!

       
Hace mucho tiempo amé a alguien
Tan fuerte, tan profundamente
Que ahora mi corazón está oprimido
Y la soledad llena mi ser

Al tener a su hermano a su lado, su vida cambió; la actitud frente a muchas cosas también mejoró, pues ya no sentía ese ferviente deseo de prenderle fuego al mundo. Aunque tuvieron que cambiarse de habitación porque a la casera no le dio la gana de que los dos siguieran viviendo en el mismo lugar, no le importó mucho, simplemente encontró un sitio donde cupieran dos camas, entró a trabajar en una tienda departamental durante el día, e incluso consiguió que Jeremy entrara a la escuela. De ese modo, el Estado le permitió hacerse cargo de su hermano adolescente. Jeremy ayudaba económicamente trabajando por horas en una heladería, y Robert siguió peleando esporádicamente, siguió trabajando para Ted, y aunque sus días estaban colmados, eso no le molestaba; mantenía la mente ocupada, sus músculos ocupados, y eso lo hacía sentirse mejor, más liviano. Sólo quedaba encontrar a Aidan.

Jeremy lo miraba a veces con preguntas en sus ojos. Ya le había contado a Robert lo que le había hecho huir de la casa de acogida en la que había estado, y aunque eso había puesto en peligro su vida, él no le podía reprochar nada.

Pero ahora ya no tenía que preocuparse, se decía su hermano mayor, ya estaba a su lado.

—Tus padres no murieron en un simple asalto —le dijo Ted a Robert una noche—. Fueron asesinados.

Era una verdad demasiado reveladora, esto lo cambiaba todo. Una cosa era buscar a un simple asaltante demasiado entusiasta, y otra, desmantelar una organización criminal.

Pero, ¿por qué? ¿Por qué asesinaron a sus padres? ¿Qué tenían en contra de ellos? Eran dos simples ciudadanos de bien, sin ganancias ilícitas, ni negocios turbios. La casa en la que vivían así lo decía, no eran nada del otro mundo. ¿Por qué acabar con sus vidas? ¿A quién le representaban una amenaza?

Sin embargo, la ayuda de Ted no pudo ir más lejos, porque un día, y de la nada, levantó su arma contra él. Robert lo miró con ojos grandes de asombro, y miedo. Había estado en la sala hablando con Randy, que, estupefacto, observaba la escena, y aunque pudiera echar a correr, eso era lo menos inteligente que debía hacer ahora.

No podía morir, Jeremy aún era menor de edad, y no habían encontrado aún a Aidan. No podía morir.

Sin embargo, y mientras le apuntaba, Robert no pidió clemencia, ni rogó por su vida, simplemente levantó las palmas de sus manos en señal de indefensión pensando rápidamente cómo salir de ésta.

— ¿Puedo saber... por qué merezco morir?

— ¿Y lo preguntas, maldito? Todo este tiempo te has estado tirando a mi mujer, ¿y me preguntas por qué mereces morir? —Robert apretó los dientes, y segundos después, apareció Donna en la sala, llorando y gritando. Le rogaba a Ted que le perdonara la vida a Robert, su Bobby, porque ella lo amaba.

Estúpida mujer.

— ¿Qué hiciste? —le preguntó mirándola con desprecio.

— ¡Se lo dije todo! Le dije que te amo. No puedo seguir con él.

— ¿Estás loca? Tú y yo no tenemos nada. ¿Cómo puedes inventarte esas cosas?

— ¡No lo niegues! —gritó Donna—. ¡Te amo! ¡Sabes que te amo!

—Y ahora moriré por eso, ¿no te das cuenta? —Donna miró a uno y a otro con los ojos anegados en lágrimas.

—No lo mates, Ted, por favor... —lloraba ella—. Estarás acabando también con mi vida—. Robert no le quitaba el ojo de encima a Ted. Pensó en que, si de verdad tuviera intenciones de matarlo, ya le habría disparado en el centro del pecho.

Un ogro en rehabilitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora