Capitulo 10

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Baje las escaleras a paso tranquilo, normalmente no termino tan cansada, pero no era mi día.

-No Han.-La voz de James apareció seguida de una risita.-La llevaré al parque.. Ella siempre se ve bella.-Rodé los ojos.-Okey, adios.. Yo a ti.

Pase junto a él y cogí mi abrigo.

-Estoy lista.-Chillé.

-A veces me pregunto, que hice para merecer tanto en mi vida.-Sus ojos brillaron.

-Ya, me empalagas.-Agarré su cara y lo besé.

-Ya, me calientas.

Largué una carcajada y comencé a caminar hacia la puerta seguida de él.

-Nada de pedir dulces.-Me señalo con el dedo, en modo de regañó.-Ni algodón de azúcar, ni nada.

Hice un puchero y salí enfadada hacia el auto.

-Quien lleva a una niña al parque y no le compra algodón de azúcar.-Dije ya sentados en el auto.

Me miró sin poder creer lo que escuchaba.

-Tienes casi treinta años Oriana.-Comenzó a reirse sin poder parar.

-Eres un maldito.

-Tu eres graciosa.

-Imbécil.

-Linda.

-Ridículo.

-Hermosa.

Abrí la boca para seguir insultando, pero la cerré y mirando al vidrio sonreí.

El camino al parque fue rápido y silencioso, pero no ese silencio incomodo, si no, ese en el cuál agradeces estar, con esa persona a tu lado, lo miré, enamorada, sin poder creer cuanto tiempo me había permitido estar sin él.

-Creo que te amo.-Le dije despacio, pero no me escuchó o no quiso escuchar.

-Me hablaste Ori?.-Dijo por fin mirándome.-Lo siento, estaba pensando a cual juego subirme primero.

-Dije, que creo amarte.-Le repetí, más firme.

-Yo no creo, yo te amo.-Sonrió y fue hacia el puesto.

Lo seguí con la mirada, divertida, él me hacia sentir bien donde sea que vaya, él, solo él me hacia sentir que estaba en casa, era la sensación más hermosa del mundo.

Era la sensación de estar enamorada, me sentía adolescente nuevamente, cuando lo había conocido.

Sonreí al pensar en mi fiesta de cumpleaños diecinueve.

-Por que sonríes?.-Dijo apareciendo en mi campo de visión.

-Solo recordaba.-Le Sonreí cálidamente.-Entonces, donde nos subiremos primero?.


Se nos paso el resto del día volando, pude subirme a todos los juegos y dejar a James sin efectivo.

Claro que no me iba a ir sin un algodón de azúcar.

Espere a que se meta al baño para salir disparada hacia el puesto de dulces.

Miré para un costado y pude ver una figura encapuchada a lo lejos de la otra punta del parque, cuando pude acomodar mi vista desapareció.

Sin dudas era una mujer.

-Aqui tienes.-Me dijo el hombre del puesto.

Casi lo olvido.

Le agradecí y volví al punto en el que James me habia dejado esperando.

-Si que lo vale.-Sonrei satisfecha.

-No lo puedo creer.-Levante la cabeza y me encontré con la cara de poker de James.

-Puedo explicarlo.

-Dame eso.-Alargando la mano me saco mi bebe de las manos.

-Al menos llegué a probarlo.-Le saque la lengua y salí corriendo disgustada al auto.

-Luego de cenar, podras comerlo.-Rodó los ojos subiendo al auto.-Ya no tienes edad de ser tan caprichosa.-Sonrió divertido.

-Que es tan gracioso?.-Dije mirandolo con mi peor cara. Odiaba que me haga eso.

-Pensaba darte unos chirlos.

Lo miré levantando mis cejas.

Es mi hora de ser malvada.

Desabroche mi cinturón de seguridad y me subi a horcajadas encima de él.

-Que haces?.-Dijo alarmado.-Es el estacionamiento Oriana, no.

Lo besé desaforadamente para que se callé mientras hacia movimientos con mi cintura para frotarme contra él.

Gruñó y quiso levantar mi vestido.

Sonreí satisfecha al conseguir lo que quería.

Era más facil que la tabla del 2 ponerlo duro.

Envolví su miembro con la mano y comencé a bajar y subir mientras le depositaba besos del cuello hasta su pelvis.

-Mierda, me encantas.-Se mordió el labio y yo lo imité mirando sus ojos.

Cuando él creyó que iba a meterlo a mi boca le deposite un casto beso y volví a mi asiento.

-Espera..-Dijo agitado.-Por que paras?.-Llevó la cabeza hacia atrás maldiciendo.

-Por que solo te pedí mi maldito algodón de azúcar.-Encogí mis hombros.-Te lo mereces por maldito.

-Tu, vas a dejarme así?.-Me miró incrédulo.

-Ujum..

-No se que hacer contigo.-Negando con la cabeza arrancó el auto.

-Deja de portarte mal.

-Okey, tu ganas, ya entendí el propósito.

-Mejor así.-Sonreí satisfecha.-Ya sabemos quien manda aquí.

Largó una carcajada y me miró divertido.

-Siempre haz mandado tu.-Pude ver como sus ojos largaban corazones y quise besarlo.


Al llegar a casa no comimos, ni dormimos. 

Ya saben, yo también me había quedado con ganas.

Amaba tenerlo malditamente cansado y satisfecho a mi lado.

-Pedimos algunas pizzas?.-Dijo al ver que ninguno quería levantarse a cocinar.

-No olvides el helado.

-Te amo maldita sea.-Susurro contra mis labios y luego me beso.

-Y yo a ti.

Llamó y pidió la comida sin olvidar el helado luego.

-Quiero acostumbrarme a esto sabes?.-Dijo sentado en la orilla de la cama.

-A esto?.

-Si, ya sabes, estar contigo luego de un largo día y poder compartir la cena en la cama.-Me sonrió avergonzado. 

-Yo también lo quiero así.-Me tire en sus brazos sin poder dejar de sonreír. 

Los únicos brazos que me hacían sentir segura.


No vuelvas a dejarme. [EADMP#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora