Café.

Capítulo Uno.

3.

-Vas a ir.- dijo mi padre, ya bastante enojado.
-¡No quiero!- alcé la voz.
-Ya dije, Emma.- me gritó.
-Estoy enferma!-
-No parece, estás bastante alzada hoy.- intervino mi madre.

-Ah.- bufé.


-Tomé mi almohada y la lancé a la pared- odio esto.


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-Cambiaste. Sé que hay alguien más.

-No lo hay.

-Me siento vacío.-

-Yo no te lleno.-

-Emma, ¿me estás engañando?

-Brandon, no somos nada.

-No me hagas esto ahora.

-No lo hagas tú. ¿Crees que es fácil?
-Llorar todas las noches.
-Pensando en los años que pasaran
para convertirme en tu novia.
Para poder verte de nuevo.

-Emma...

-Déjalo.

-¡Emma!

-Te amo.-

-Yo más, yo mucho más.

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-¡Emma!- gritó mi madre desde la puerta.

No puede ser- Gruñi.

-Ya voy.- alargué.
-¡Emma!- grito de nuevo.
-¡Ya voy!- grité.

Salí de mi habitación, y caminé hasta la puerta
-Cierra la puerta.- dijo mamá caminando junto a mi padre.
-¿Y el carro?- bufé.
-A pie.- dijo papá.
- ¡Estoy enferma!- exclamé
- ¡Ay, cuidado!
Rodé los ojos.

Llegamos a la iglesia, punto exacto donde "debo estar", sólo espero encontrar con quien hablar durante la misa. Genial, -Steve!- grité el nombre de mi amigo.

- ¡Hola!
- ¡Hola!- Sabía que te encontraría acá.
- ¿Ah sí? Que triste sería si te dijera que solo pasaba por acá.
Le miré decepcionada.
-Es broma.- reimos.- Mamá me obligó a venir.
-Ah.- miré hacía mis padres.- mis padres también. ¿Entramos?- lo tomé de la mano.
-¿Estás loca?.- exclamó.- Me quemaré ahí dentro.-
Reímos.
-Claro Emma. Pero, buscaré a mi hermana y le diré que estaré contigo.-
-¡Emma!- gritó mi madre detrás.
-Ve, luego te busco.- dijo riendo.
-Te esperaré...- solté su mano y caminé detrás de mis padres.

Una vez dentro, había tanta gente que no cabía lugar dónde sentarse, seguí a mis padres hasta llegar donde nos esperaban mis tíos por parte de mi padre, justo a mano derecha del sacerdote. genial.

-¿Qué misa es ésta?- le pregunté a mi padre.
-No sé, es la del sábado santo.
Apreté mis labios con fastidio. Genial, ni si quiera sabe qué misa es.
-¿Qué hora es?- pregunté.
-9:30 pm-

Tan sólo pasaron unos minutos y comenzó la misa. Distraída jugueteando con mi suéter, pasa una fila de chicos frente a mí, levanté la vista buscando a Steve pero, mi mirada chocó tan sólo unos segundos con la de un chico que se aproximaba, alto, delgado, piel pálida y bastante atractivo, vestía un suéter blanco y unos jeans negros. Recordé a Brandon, el chico con el que, aparentemente tenía una relación a distancia. -Es lindo- susurré.- Quizá conozca a Brandon... aunque se ve mayor que yo.

Pasó justo frente a mi, ¿se habrá dado cuenta que lo estaba observando? Lo busqué con la mirada, ¿dónde coño está? Agache la mirada y volví a jugar con mi suéter pero, ésta vez estaba un poco más ansiosa, lo buscaba con la mirada desesperadamente. Buscaba arriba, abajo, no lo encontraba hasta que volví a verlo, esta vez detalle un poco más sus facciones, parece estar muy apurado. Pasó frente a mi de nuevo, le seguí con la mirada, justo por su lado pasó Steve, reaccioné y le hice señas para que se acercara, parecía perdido.

-¿Lleva mucho aquí sola?
-Detrás están mis padres.- tomé su suéter.
-Ah.- volteó y los saludó.

Luego de un rato conversando mi padre nos regañó, y pidió que prestemos atención. El chico pasó de nuevo frente a mí, ésta vez le miré a propósito de una forma intensa para que lo notara, pero caso omiso a mis señales. Suspiré.

-¿Le conoces?- le pregunté a Steve.
-¿A quién?
-El chico de suéter blanco que acaba de pasar.- me mordí el labio ansiosa por un sí.
-No.- se ríe.- ¿Por?
-Necesito saber su nombre.- hice puchero.
-Pregúntale.- se ríe.
-¡No! ¿Qué te pasa?
-Es tu única opción.- me mira a los ojos y vuelve a reir.
-No, le preguntaré a alguno de los chicos con el que está.
-Como quieras, mira, ahí viene.- señaló.