Athēnaiē

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Me encontré en la noche rodeado de un profundo silencio. Solamente escuchaba a las lechuzas llorar desconsoladamente y a los búhos agonizantes perder el brillo de sus ojos dorados. La luna empezaba a ocultar su luz, se preparaba para el longitudinal duelo de su diosa más sabia.

La estocada que atravesó el esbelto pecho de la estratega maltrecha resultó mortal. Mortal. Una palabra que jamás llegaría a relacionar con este mirífico ser. 

Me intentó proteger hasta perder su último aliento divino. ¿Acaso habría tenido que respirar este aire contaminado por estar conmigo? ¿Acaso habría necesitado del aire para vivir? 

Estabas a mis pies mientras las lágrimas desconsoladas rodaban por mis mejillas y caían sobre tus labios de seda para fundirse con el hilo dorado que escapaba de ellos. Las cuencas donde antes había dos mares cobaltos se volvían frías y transparentes. Ni siquiera tu hermano tuvo el valor suficiente de contemplar tu destrozada alma. 

Aunque me esfuerzo en recordarte con otra imagen, no podré olvidarte como polvo plateado que se fundió con la noche oscura para darle su última exhalación de fulgor. ¿Acaso el oráculo ha escrito de mi existencia en este maldito mundo como un Infierno ardiente que deba ir consumiéndome poco a poco? Mis manos se hundían con la sangre dorada de una diosa que ha valorado más la trágica comedia de un mundado que los milenios de años que ha contemplado desde las alturas. Y aún así creo que todavía no les ha bastado.

El grito desgarrador que surgió de mi profundo ser dejó claro mis intenciones. 

- Lo haré por ti, mi sabia Athēnaiē, te vengaré y luego me reecontraré contigo en nuestros sueños. 

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2018 ⏰

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