Capítulo II: Completo

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Nota de la autora: Bueno la verdad que estoy completamente sorprendida por el recibimiento que ha tenido esta historia que, debo confesar, en un principio escribí pura y exclusivamente para mi. Al parecer, no era la única que a veces se quedaba con sabor a poco después de mirar algunos capítulos, incluso cuando nos han dado casi todo lo que podía pedirse para una pareja. En fin, espero que disfruten de este segundo capítulo tanto como disfrutaron del primero. Tantísimas gracias a quienes dejaron mensajes!! Un abrazo, y a esperar con paciencia el final.


I

Muchacha ojos de papel,

¿adónde vas? Quédate hasta el alba.

Muchacha pequeños pies,

no corras más. Quédate hasta el alba.

Florencia Estrella no duerme casi nada. Duerme profundo, se mueve, se enreda en las sábanas y a veces hasta habla. Pero duerme poco. A Jazmín le parece imposible que una mujer con tanta energía, que suele llevarse el día por delante, no duerma nada. Quizás es una más de las tantas cosas que la hacen tan especial.

Es la única que le pone a Jazmín los pelos de punta.

En todo caso, el problema no es que Flor duerma poco, si no que nunca está a su lado en la cama cuando Jaz se despierta. No hay peor sensación que estirar la mano entre las sábanas y encontrar un vacío en el lugar en el que esperabas acariciar un hombro, una mejilla, el cabello suave de la persona con la que te fuiste a dormir.

Jazmín la ama. Con locura. Flor es lo mejor que le pasó en la vida. Y por eso mismo quisiera despertarse un domingo en la mañana cuando logra tener un franco y no tener apuros, voltearse en la cama y abrazarla hasta no entender adonde empieza una y termina la otra. No pide mucho.

Jazmín sabe también que Flor no lo hace a propósito, jamás lo haría. Por órden general, Florencia es del tipo de personas que nunca se proponen lastimar a nadie (incluso a esas personas que Flor detesta); menos aún a quienes quiere. Y Jaz está segura de que Flor la quiere (eso nunca estuvo realmente en duda, y nunca más lo va a estar). Así que a Jazmín se le ocurre que es sólo una cuestión de... charlarlo. De buscar el momento propicio.

- ¿Te molesta el colchón de casa? Es medio duro, ¿no? - pregunta al pasar, mientras ordenan las servilletas del comedor del hotel que acaban de volver de la lavandería. Flor frunce el ceño.

- No, ¿porqué? Todo lo que hay en tu casa es genial.- responde, sin entender. Jaz intenta no detenerse en el detalle de que ella hizo referencia a "casa" casi incluyendola a Flor, mientras que su compañera la sigue considerando la casa de Jazmín. No lo es. Nunca lo fue. Es de ellas, de las dos. Pero eso es discusión para otro día.

- No se, como por ahí te despertas a la mañana y... te levantas al toque, que se yo. No te gusta quedarte ahí... sin hacer nada...- se explica, manteniendo el tono casual. A Flor se le tensan los hombros.

- No, o sea... me da... hmmm... me da cosa... gastar el día...- se excusa, nerviosa. A Jaz le resulta demasiado extraño todo.

- ¿Quedarte en la cama charlando conmigo es gastar el día?- le pregunta, bajando el tono, tratando de imponerle algo de esa ternura que Flor le genera. Se estira y le acomoda el flequillo, dándole tiempo para que genere una respuesta. Casi la puede sentir pensando.

- Obvio que no, no es eso. Pasame los manteles.

Y así como empezó, así termina la conversación.

Jazmín sabe que a veces charlar con Florencia es un arte. Uno que ella pretende dominar. Uno que la entusiasma tanto como todo lo demás. Así que la deja, y le da su espacio, y espera otro momento. Porque Jaz también sabe que las cosas a su tiempo decantan.

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