Capítulo 7

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—¿Una fiesta? —repito sorprendida a mi jefe sentado detrás de un escritorio y él levanta sus ojos de los papeles en su mesa

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—¿Una fiesta? —repito sorprendida a mi jefe sentado detrás de un escritorio y él levanta sus ojos de los papeles en su mesa.

Parece cansado, como si una horda de personas hubiera arrollado la pobre cadena de huesos que es su espalda.

—Eso es lo que dije Holly.

—Lo sé, es que en Donoll&Co no teníamos fiestas.

—Es por eso que esto se llama Boprowski —me guiña un ojo con una sonrisa y Rebecca suelta una pequeña risa por lo bajo—. Esta fiesta es exclusiva para ustedes, los nuevos. Una fiesta de bienvenida se podría decir. Ha pasado una semana desde que llegaron y los miembros solicitados desde otros estados ya están trabajando como ustedes.

—¿Cuándo es? —pregunta mi compañera, tal parece que está más emocionada que yo con todo esto. No la conozco mucho, pero ella luce tan feliz que parece estar en su salsa.

—Este fin de semana, a las diez. Deberán ir al Hotel London Edition a las diez. Os pido que sean puntuales, el hotel cuenta con un sistema estricto de horario y el que llegue después de lo establecido, no podrá pasar —asentimos y suelta una risa de pronto—. Os voy a remarcar el tema del horario hasta que llegue el día del evento, conozco a las tías perfectamente y cuánto demoran para verse guapas —niega con la cabeza y una sonrisa leve se asoma por mis labios—. Os digo de una jodida vez: se ven tan preciosas como todos los días.

Nos echamos a reír, parece que esto de la impuntualidad es algo de todos los años y la costumbre no es opción para este hombre de gran volumen.

—Deja de flirtear tío. Ellas son más inteligentes que eso —la voz grave de un hombre se hace presente en la oficina y ambas nos giramos para ver a Stone pasearse con aires despreocupados dentro.

Teseo niega con la cabeza y una sonrisa se asoma en sus finos labios.

Rebecca parece tan alegre por tener la atención de estos hombres que parecen sacados de una revista de modelaje de ropa interior, que intento no intervenir en su espectáculo diciendo alguna tontería.

Stone no me mira ni siquiera un segundo directamente, pero veo bajo esas largas y definidas pestañas que me observa de reojo.

No hemos hablado desde que su novia se presentó el otro día tan simpática conmigo, aunque sé que me ha estado observando. Cada vez que he mirado en su dirección por casualidades o por el simple hecho de mirarle, apartaba la mirada rápidamente como si le avergonzara hacerlo. Como si estuviera ocultando algo, no lo sé.

Este tío es extraño.

Sin embargo, no puedo negar el hecho de que el traje negro entalla a la perfección cada uno de sus músculos. Es un hombre guapo, es sexy y agradable a la vista. Siempre lo ha sido y ese fue el primer paso que comenzó mi martirio años atrás.

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