«CAPÍTULO VEINTIOCHO»

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Los amaneceres habían hecho una pequeña reunión antes de que el siguiente reto se pronunciara.

—Mejor—Bill colocó sus brazos atrás de su nuca y se recostó en el respaldar del sofá—. Ya no hay tanta bulla y tenemos más tranquilidad, preciosa.

—¿Qué pasara si nos eliminan? Ya no... ¿Volveremos a vernos?

Bill de inmediato abrió sus ojos y frunció el ceño viendo a la castaña que miraba algo triste sus manos.

—Vivimos en diferentes continentes...

—Ese no será proble...

—Dudo que mi padre te reciba con los brazos abiertos—la castaña notó como el peli azul también la miraba—. Dudo que nos dejen verlos de nuevo.

Will de inmediato se levantó, algo brusco, ya que hizo llamar la atención de todos.

—Perdón, yo... tengo algo que hacer—y sin decir más salió corriendo de la habitación.

Trent entró en escena y miró a sus compañeros.

—¿De qué me perdí? Me voy cinco minutos y ya están todos con cara de culo.

—Nada, hermano—contestó Logan—. Channel y Bill están tristes porque ya no se podrán ver.

—¡Logan! —espetaron los mencionados.

—Es lo mejor, papá no querrá que estés con un delincuente.

—Él no es un delincuente.

—¿Ah no? ¿Acaso sabes quién es realmente?

Bill abrió mucho los ojos y se levantó de inmediato ¿Acaso el pelirrojo lo sabía? No... era imposible ¡Él no podía saber nada!

—¡Sí lo sabe! ¡Ella me conoce más que nadie en esta isla!

Trent miró seriamente al rubio y sacó su celular para mostrar una foto. El rubio sintió como su piel palidecía y se intentó tirar encima de ese celular para quitárselo pero lo único que logró fue tropezarse y caer al suelo.

—Veo que conoces bien este lugar.

Bill gimió de dolor y apretó los puños, no quería que la chica pensara mal de él... ese era su pasado y ya estaba casi curado.

—¿Un reformatorio?

—No es cualquier reformatorio, hermanita—la castaña enarcó una ceja, al igual que todos los que se encontraban a su alrededor—. Es para gente adicta ¿No Bill?

El mencionado no respondió, solo se quedó viendo al suelo mientras sentía como todas las miradas se posaban en él.

—¿Gente adicta? ¿Gente adicta a qué?

—¿Por qué no se lo explicas, Bill?

Este se levantó lentamente y miró a la chica mientras su pecho subía y bajaba descontroladamente.

—T-Te juro que ya estoy curado... casi...—negó—. Yo... no hago ese desde hace mucho.

—¿Hacer qué? —preguntó la chica esperanzada de que la respuesta no sea la que estaba pensando.

—¡Drogarse! —la castaña palideció—. ¡No puedo creerlo, hermanita! ¡Te enamoraste de un drogadicto! —Chilló mientras reía con fuerza y todos jadeaban de sorpresa—. ¡No es quien dice ser! ¡Sus padres son dueños de una maldita compañía! ¡El idiota tiene más dinero del que crees! —espetó riendo—. Pero el idiota lo gastaba para comprarse esas malditas sustancias, y no contento con eso... ¡Les robo a sus padres! —Channel veía al chico más alto sin saber que decir—. Lo botaron de su casa y lo metieron a este internado, pero escapó y vino aquí ¡No está curado! ¡Quiere ganarse todo este dinero para seguir comprando toda su mierda!

Drama en la IslaWhere stories live. Discover now