Por esa Boca...

Primer Recuerdo

Fue una estupidez dejarte entrar en mi vida.

Recuerdo que la primera vez que yo te vi y me fijé realmente en ti no fue con ningún interés romántico, no. Para nada, ni siquiera se le acerca al motivo. Era año nuevo y estabas reunidos con amigos tuyos al final de la calle donde vive mi abuela y yo fui a saludar y a dar el tan tradicional ¡Feliz año nuevo! Me saludaste, normal un gesto de cortesía cualquiera y me fije que de los muchos tatuajes que tienes había uno en tu brazo izquierdo que me dijo algo, me hizo sentir algo: admiración.

Si, admiración. Era un tatuaje de ti mismo después de un momento difícil de tu vida y digo uno, aunque estoy segura que fue el más difícil (no entrare en detalle de que fue lo que paso contigo porque así le seria a la gente más fácil encontrarte y realmente no quiero que sepan quién eres) eso fue todo lo que ocurrió ese día, un día cualquiera, normalito.

Recuerdo que le hable a mi mamá de ti y se sorprendió que yo, su niña, hablara de un amigo de mi hermano, mucho mayor que yo del que nunca he sido amiga; pero no lo hice por nada malo yo solo quería contarle sobre el tatuaje y como me sentí orgullosa de que las personas salieran adelante como tú lo hiciste. Mi mamá se interesó en eso y me pidió que le mostrara el tatuaje, que de seguro tenías una fotografía de el en tu Instagram, así que eso hice: te busque en Instagram (ya te seguía de antes y creo que tu ni te habías fijado hasta ese momento) y baje hasta fotos viejísimas de muchas semanas atrás hasta que la encontré y se la mostré a mi madre, a ella también le gusto. Así que cometí el primer error de toda esta historia: le di clic al maldito corazón.