― No puedo creer que justo mi equipaje se haya perdido ―se quejó Yodo, mientras apoyaba su cabeza con pesar, en el hombro de su padre.

― Soy yo quien debería estar quejándose ahora ―expresó molesto Shinki, quien se encontraba en el sofá de enfrente, sentado con Araya y su madre―, me obligaron a que te prestará mi ropa, ahora la vas a llenar de piojos y ese perfume dulce insoportable que tanto usas...

― No es mi culpa que tu ropa sea la única que me quede. La de Araya es muy chica, y la de papá y mamá son grandes ―se defendió la rubia―. Además, yo no tengo piojos, que falta de respeto...

― Yo tengo hambre ―agregó Araya.

Y así, empezaba otra discusión entre los niños, mientras sus padres esperaban pacientes a que cesasen sus pleitos de críos, ya que era lo común, sus grescas no duraban mucho.

El timbre de la cabaña sonó, dando el aviso que los del Hotel habían llegado.

El silencio reinó en el lugar. Si bien, Shinki, Yodo y Araya sabían ser un tanto ruidosos, sabían comportarse y guardar silencio, cuando habían invitados o visitantes.

Gaara abrió la puerta, dejando entrar a tres personas del servicio, con charolas tapadas y una mesa móvil con rueditas.

― Disculpen la tardanza ―expresó quien parecía el encargado―. Tuvimos unos inconvenientes en el camino. Los guardabosques de la zona, nos dicen que avisemos que está por llegar una tormenta ligera, y recomendamos a los huéspedes de nuestro hotel que se mantengan en las instalaciones de las mismas, para evitar siniestros o experiencias desagradables. Ante cualquier percance en el suministro eléctrico que pueda ocurrir, les pedimos que mantengan la calma, es común que suceda debido al clima, pero se restaura en poco tiempo.

―Comprendo, gracias por la información, tomaremos en cuenta vuestro consejo.

El encargado y sus ayudantes se inclinaron a modo de despedida y salieron del lugar, de la misma forma espontánea en que llegaron, volviendo a quedar solo la familia.

Estaban en pleno apogeo de masticar, cuando los niños empezaron a hablar de nuevo.

― Mamá, Papá, la otra vez oímos al tío Kankuro decir, que ustedes empezaron a salir, en esta época, cuando eran jóvenes ¿Por qué no nos cuenta cómo fue? ―preguntó Yodo con notoria curiosidad, mientras observaba el árbol de navidad que el hotel había puesto a modo de decoración en la sala del lugar.

― ¿Eh? Bueno... es una historia larga, los aburriremos contándola ―expresó esquivo el pelirrojo, casi atragantándose con su alimento, debido a la sorpresa y maldiciendo a su hermano Kankuro en su interior, por bocón.

―Mmm... ya ha empezado a nevar, dudo que nos falte tiempo para escucharos. Me parece una buena idea saber cómo fue el origen de tú la relación con madre ―dijo Shinki, apoyando a su hermana, al igual que Araya, quien asentía con la cabeza.

Shijima solo se limitó a sonreír, más que todo por ver como reaccionaba su esposo.

― Esta bien, al publico lo que quiere. Si me niego, seguro que seguirán insistiendo en el tema ―Manifestó Gaara― Os contaré, pero si se ríen, considérense castigados.

Los tres niños quedaron en silencio, mientras asentían de manera graciosa con la cabeza.

―Bien... todo empezó hace 18 años, cinco años antes de que ustedes nacieran...

*~*~*~*

El sol de Tokio era bastante abrazador. Las vacaciones de verano habían terminado, y los estudiantes volvían a clase.

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⏰ Last updated: Dec 25, 2017 ⏰

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© ELLA NO ES EL GRINCH.Where stories live. Discover now