Capítulo 1

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Delia subió al barco tras su padre. Había hecho este viaje ya repetidas veces, pero siempre subía a bordo con la misma ilusión y emoción que la primera vez. El barco en si no era demasiado bonito, un montón de telas, cables y trozos de madera con pintura gastada por encima. La verdad, es que era imposible de describir, jamás podrías imaginar o aproximarte a su apariencia si nunca habías presenciado uno. El padre de Delia, el capitán Kingstone, subió a bordo con sus magestuosas ropas. Vestía un pomposo traje y una capa roja como la sangre, que arrastraba detrás de él dada su larga longitud. Mientras tanto, Delia vestía un simple vestido, que las costureras le habían confeccionado a medida. A pesar de sus pocos adornos y de que no era de un color llamativo, como lo eran las vestimentas que solía llevar, el vestido era encantador. Estaba hecho del más suave de los hilos y era de un azul celeste que recordaba al mar. Desde que se lo había probado, Delia no había podido parar de dar vueltas y observar fascinada como la falda se alzaba al vuelo tras ella, dejando al descubierto sus bonitas bailarinas que ella misma había pedido que decoraran con purpurina. Su pelo rubio estaba recogido en dos largas trenzas, para que el viento no se lo descolocara o le entrara en sus ojos verdes. 

Una vez Delia hubo estado dentro de su camarote, oyó unos golpes en la puerta. Eran una serie de golpes, tres y una pausa, dos y otra pausa. Sonrió y abrió la puerta entusiasmada. Frente a ella se encontraba Caleb. Desde siempre, Caleb había sido su mejor amigo. Era tan solo un año mayor que ella, aunque más o menos eran de la misma altura. Tenía el cabello oscuro, liso y le caía desordenado hasta un poco más abajo de la altura de las orejas. La verdad es que a primera vista nada llamaba la atención de él, hasta que centrabas tu atención en sus ojos. Sus iris eran una auténtica obra de arte, eran de un azul turquesa por los bordes, pero en el centro se oscurecian convirtiendose en verde. A Delia siempre le habías cautivado sus ojos al igual que su sonrisa, pues esta era una hilera de dientes plancos como la nieve, perfectamente enfilados y que terminaba en dos divertidos hoyuelos que se marcaban sobre su morena piel.

-Feliz cumpleaños, Delia- le dijo y ella le abrazó con fuerza.- Ya puedes decir que oficalmente tienes 11 años. 

Él la devolvió el abrazo con infinito cariño. Desde que tenían memoria siempre habían sido grandes amigos. Al principio los padres de Delia no habían estado de acuerdo con esa amistad, ya que pensaban: ''¿Cómo va a ser nuestra hija, de rico e importante estatus social, amiga de un mocoso como él, de familia extranjera cuyo sueldo tan solo basta para cubrir sus necesidades básicas y poco más?''. Pero sus prohibiciones para que no se vieran y sus continuos intentos por romper la amistad tan solo habían conseguido que esta se fortaleciera aún más. Cinco años después aquí estaban, abrazados y celebrando el cumpleaños de Delia juntos en el barco de su padre. A Delia le había costado convencer a su padre de que dejara a Caleb subir a bordo, pero este al fin había accedido poniendo como condición que él ayudara en las cocinas. Caleb había accedido eufórico y le había dado las gracias emocionado repetidas veces. El capitán Kingstone les había recordado que tan solo había aceptado porque su preciosa niña cumplía años y que era algo que no se volvería a repetir. Ellos habían hecho oídos sordos a sus bordes y algo hirientes comentarios, pues estaban demasiado ensimismados celebrando la aventura que podrían vivir juntos. 

Tras separarse de su gran abrazo, entraron en el camarote y jugaron un rato con los juguetes que tenía Delia en el gran baúl que había al lado de su cama. Pasaron un par de horas cuando del brazalete de Caleb surgió una voz que pedía su asistencia inmediata a la cocina. 

-Bueno, al parecer me tengo que ir. Volveré luego. Feliz cumpleaños una última vez.- le dijo y le dio un fugaz beso en la mejilla que consiguió hacer sonrojar a Delia. Tras hacerlo, él salió corriendo y bajo a las cocinas. 

Mientras le esperaba, Delia se tumbó en la cama boca arriba, pensando en el beso que acababa de recibir. ¿Esto significaba que eran novios? Nunca antes se habían dado un beso, ni cuando habían pasado separados una semana, que para aquella pequeña cumpleañera era lo mismo que una eternidad. Los mayores siempre se están besando y parecen felices al hacerlo , reflexionó. ¿Eso significa que esta enamorado de mí? Y ella, ¿estaba enamorada de él? Tras pensarlo largo y tendido, llegó a la conclusión de que no, le gustaba como amigo y los besos aun le daban asco. Contenta con su profunda y madura reflexión, o al menos ella lo consideraba así, siguió jugando mientras aguardaba a que Caleb volviera. 

I'll came backWhere stories live. Discover now