✓ Capítulo 2

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La reina luego de ese encuentro con aquella niña regresó a sus labores, y cuando estaba a punto de terminar, llegó un guardia a la habitación donde se encontraba.

—Su majestad —Dice captando su atención en un tono serio—, me han informado que la princesa se ha metido en problemas con las hadas del viento y la solicitan de inmediato.

—¿En dónde está? —Se limitó a decir sin extrañarle la situación.

—En la cima de la colina —Responde el guardia con total rapidez y la reina vuela lo más rápido posible. La conversación pendiente se tendría que adelantar.

Cuando llega al lugar, se encuentra a Clei hablando con dos hadas del viento y una del clima, las chicas la escuchaban cabizbajas. Se da cuenta de inmediato llamando a su hermana por su nombre y con un tono muy elevado.

—¡Clei! Ven ahora mismo —La rubia se gira por el fuerte llamado, supo de quién se trataba porque nadie la llamaba de esa forma y menos por su nombre, así que camina sobre la grama hasta ella.

—Cloe... —Dice con cansancio girando sus intensos ojos azules— Tú otra vez, ¿Ahora por qué me vas a regañar?

—Sí, de nuevo yo —Se acerca a la blanquecina para crear un espacio confidencial—, ¿Qué haces acá? —Pregunta aunque sabe que es en vano—, deberías de estar en el Gran Árbol ayudándome.

—Lo sé, pero es que estaba... —Señala hacia las hadas con rostros molestos—, bueno, ya no importa.

—Me dijeron que tenías problemas con algunas hadas —Y lamentable tenían razón, se cruza de brazos cuando su hermana menor tarda en responder algo.

—Es que quería que movieran algunas nubes que tapaban la entrada de la luz del sol a mi habitación —Decide decir mientras mira sus pies—, pero no quisieron y... las quise obligar porque soy la princesa —Ante esas palabras la pelinegra abre de par en par sus achinados ojos con sorpresa.

—¡Clei! ¿Qué ocurre contigo? No puedes obligar a nadie, no puedes hacer lo que quieras por ser la princesa, te lo he explicado ya.

—Ya no importa, no quisieron —Se encoje de hombros con indiferencia antes de comenzar a volar—, vámonos —Le sugiere a la reina que tiene un claro rostro de decepción por la actitud de Clei. Ambas volaron hacia el Gran Árbol.

***

Semanas después se encontraba toda la aldea preparándose para la nueva estación, cada hada en su trabajo, las del clima practicaban con su magia para hacer llegar un hermoso cielo soleado, las hadas del agua enfriaban poco a poco los ríos para que todo fuera más refrescante, y otras muchas hadas también se encontraban ocupadas en hacer llegar una gran estación a todos los seres vivos, inclusive a aquellos seres. Esos de los que tenían miedo de hablar, temían nombrarlos porque resultaban aterradores y peligrosos, se conocían como 'Humanos', una especie retorcida ante los tiernos ojos de las lindas hadas.

Pero aún cuando le tenían terror a los humanos, hacían llegar todas las estacione para ellos por igual. Una vez un curioso se preguntó la razón y la reina actual se limitó a responder de manera breve.

—Es nuestro deber, nuestros antepasados lo hacían, y no somos más ni menos para no seguir el legado de nuestra especie. Seguiremos haciéndolo. Cada temporada, cada mes, cada día, todos por igual recibiremos las estaciones mientras existamos —Dijo Cloe con cierta autoridad en su tono de voz.

Pero no a todos les gustaba aquella orden, a algunos ese legado le parecía peligroso por la historia tan cruel que tenían los humanos. Los niños de la aldea a pesar de las advertencias querían saber porqué eran causa de espanto los misteriosos gigantes y sus padrea les contaban lo sucedido.

Muchísimo tiempo atrás, la aldea mágica se encontraba tan tranquila como siempre, nada extraño se tornaba en el ambiente, los animales se ocultaron desde muy temprano pero no fue nada alarmante ya que resultaban ser temerosos. Ese día las hadas se encontraban volando de un lugar a otro sin esperar que nada nuevo apareciese entre las sombras del bosque silencioso. La reina de aquel entonces salió al mediodía a tomar sol por los alrededores, cuando regresó poco tiempo después, fue casi al instante que una sombra espesa oscureció la aldea entera, todas las diminutas pupilas asustadas por aquel acontecimiento observaron algo nuevo desde todos los ángulos, un gigante ser humano. Era una especie de hada pero sin alas brillantes de vivos colores, era sombrío y tan grande que apenas se le veía el principio. Nadie gritó del susto, jamás habían apreciado tal cosa, no sabían como se comportaban realmente y hubiesen preferido nunca descubrirlo. El humano soltó una carcajada ensordecedora, con una red enorme capturó a la reina que acababa de llegar, su voz era fuerte con un agudo aterrador y se la llevó para siempre, jamás se supo de ella o de su paradero, de lo único que estaban seguros era que estaba en la guarida humana y que los de esa especie eran dignos de ser temidos.

Desde ese entonces las hadas no quieren visitas de dichos seres y tienen pavor de que algún día regrese alguno de ellos en busca de más.

Gema, el hada especial © [Editando]Where stories live. Discover now