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Todo empezó en un día normal, el sol brillaba en su punto más alto y las aves cantaban afuera, el pequeño castaño de ojos color miel y cabello claro; se encontraba en la sala de su casa mientras movía su manita haciendo que el carrito rojo se deslizara por el piso de la sala, hacía un lado y hacía el otro, mientras imitaba el sonido de un claxon de carro.

—Richi— mencionó su mamá mientras sostenía en su mano un cuchillo y cortaba zanahorias para preparar la comida.

El pequeño ignoraba el llamado de su mamá, su acción continuaba mientras su carita iba hacia el carrito rojo que cabía perfectamente en su manita.

—Richi— volvió a mencionar su mamá deteniendo la acción de cortar las zanahorias mientras alzaba su mirada, viendo hacia afuera el hermoso jardín, calle y casa por una pequeña ventana, viendo a los pequeños niños correr por la acera.

—¡Richard! — gritó esta vez su madre haciendo que el pequeño alzará la mirada dirigiéndola hacia esta.

—¿Qué? — contestó Richard en seco, volviendo a poner su mirada sobre el carrito rojo mientras meneaba este.

—¿Has visto a Trapo? — preguntó su mamá con curiosidad viendo el acto del niño.

El menor no hizo expresión alguna, ni siquiera se atrevió a verla a la cara, era como si nadie le hubiese hablado.

Su madre dio un suspiro y se acercó al pequeño, lo tomó de los hombros e hizo que la viese a sus ojos —¡Contéstame! ¿Sabes dónde está? — Richard movió su cabeza hacia el horno para luego mirar a su madre.

—Creo que hoy vamos a comer carne mami— respondió viendo la cara de terror que su mamá ponía.

¿Cómo era posible que un niño de 5 años podía cometer tal acto? Simplemente no podía concebirlo, no era normal.

—¡Richard! ¿qué hiciste? ¿qué hiciste? — preguntaba su mamá mientras soltaba al menor y se dirigía hacia el pequeño horno negro, donde, en efecto se encontraba el cuerpo del pequeño gatito color gris; qué, simplemente ya no era gris, su pelaje se había esfumado y su piel se hallaba negra, completamente había cambiado totalmente su forma física —No, no, no, no— negaba su madre mientras sacaba al pequeño animalito de este.

Richard no hacía caso a las lágrimas y negaciones de su madre, se mantenía moviendo su manita tallando en el piso con más fuerza el carro rojo, haciendo que el ruido fuese más alto, odiaba escuchar los "berridos" que de su madre salía.

—No, no, no... — apretaba con fuerza al pequeño animalito muerto, contra su pecho. La mirada de su madre se tornó dura, ¿Cómo había sido posible? ¿Cómo su hijo? —Richard... — dejó el cadáver del gatito aún lado y se levantó del piso dirigiéndose al menor —Richard... — volvió a mencionar, pero el menor hacia caso omiso, su madre se agachó a su altura y lo tomo de los hombros ejerciendo fuerza sobre estos —¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?! — comenzó a sacudirlo con rapidez y fuerza.

Richard comenzó a reír como si de un chiste se hubiese tratado —¡CONTÉSTAME CON UNA MIERDA! — volvió a decir su mamá. Estaba desesperada por saber el porqué de su forma de actuar; Richard no respondía y continuaba riendo.

Un fuerte golpe se escuchó, la carita del menor había sido volteada y una leve mancha color roja comenzó a pintarse en su mejilla por la fuerte bofetada que le pegó su madre —Ahora me dirás... ¿Qué mierdas hiciste? ¿Acaso estás loco? —Pedía una explicación señalando su cien, Richard comenzó a llorar, era la primera vez que su mamá le pegaba, aunque antes ya había hecho cosas malas, algo que, era "normal" para su edad.

—¿Qué pasa aquí? — preguntó su padre mientras colocaba su maleta en la barra de la cocina.

—Me pegó... — dijo entre sollozos mientras tallaba sus ojitos.

—¿Qué? — preguntó su padre viendo a su esposa —¿Por qué lo hiciste? —

—¿Quieres saber porque demonios lo hice? — preguntó su madre mientras se levantaba del piso —Mira...— señaló con lágrimas en los ojos al pequeño gato —¡Lo mató! —

Su padre hizo una cara de terror —Richard... ¿Por qué lo hiciste? — no sabía bien cómo reaccionar, era algo que le sorprendía totalmente de su pequeño hijo y las palabras, aunque trataba, no salían con claridad de su boca.

—Ustedes no saben nada... — hizo un silencio a los sollozos de la nada, agachando la cabeza.

—¿Qué? ¡Estás loco! — gritó su madre sin medir las palabras que salían de su boca.

—¡Cállate! ¡Cállate! Vieja loca— comenzó a taparse los oídos, los ruidos eran muy fuertes que hacía que doliera su cabeza, odiaba esos gritos, esos llamados, esos murmullos...

—¡No le digas así a tu madre! — levantó la voz su Papá.

—¡Cállate! — volvió a ordenar, mientras se ponía de pie para correr a su habitación y encerrarse dentro de ella.

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—Te dije que se molestaría— regañó Richard mientras se encontraba en su alcoba dando vueltas.

—Da igual, te sentiste bien al hacerlo ¿no? ¿recuerdas esos maullidos? Ahh... cómo te hacían sentir bien...—

—Claro que lo recuerdo— se formó una sonrisa en el rostro del menor.

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Eran las 3:04 pm, sus papás no se encontraban en casa, habían salido desde la mañana a trabajar y la nana de Richard había ido a recogerlo al colegio.

—Maldita vieja, no nos quita la mirada de encima— reclamaba la pequeña voz a sus adentros.

Era cierto, la chica de unos 22 años era gruñona, pero acataba a la perfección las indicaciones que le daban sus padres "No le quites la mirada de encima" y eso se encontraba haciendo, viendo al pequeño Richard que se encontraba en el sillón.

—¿Puedes dejar de mirarme? — cuestionó Richard cansado de aquella chica y su mirada.

—No.— respondió con voz firme la chica.

—No puede ser posible, ya estas grande, no necesitas a una vieja para que te cuide—

Un nuevo sonido invadió sus oídos, el maullar de un gato y el ronroneo de este acercándose a él —¡Quítate! — empujó Richard al gato —Vete— ordenó haciendo una seña con la mano.

—¡No estúpido! Qué más que ese indefenso animal para desquitar tu enojo...—

La mirada del menor iba del piso hacia el gato, del piso hacia el gato y así varias veces —Bien...— se bajó del sillón caminando hacia este.

—¡Hey! ¿A dónde vas? — cuestionó la chica poniéndose de pie.

—¿Ya ni jugar con el gato puedo? — gritó Richard molesto, dándole la espalda, sí, iba a jugar, sí, iba a divertirse y sí, iba a sacar su odio.

Sus manitas tomaron el pequeño cuello del gatito y comenzó a ejercer fuerza con sus manitas, escuchando el fuerte maullido del animal producto del dolor.

—Mira que tenemos ahí...— la mirada del castaño fue hacia el destello de un reflejo que se encontraba en la barra de la cocina; un cuchillo. Lo tomó entre sus manos y cortó como pudo la cola de este haciéndolo sangrar.


—Quémalo... quémalo— le repetía con insistencia y casi eco la vocecita en su mente.

La mirada fue hacia el horno de cocina, un fuerte golpe del animal chocando con el fondo del horno se escuchó, Richard lo cerró antes de que este se saliera y sin más, tiro de la manija y esté para comenzar a prenderlo en llamas, ¿Dónde carajos estaba la niñera? Simple, su novio había llegado a visitarla y se encontraba afuera del domicilio donde se exponía al ruido de la ciudad, tapando por completo el asesinato del menor. 

Mental illness. حيث تعيش القصص. اكتشف الآن