Capítulo 27; ¿Qué quieres de mí? (Editado)

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— Lo siento nena. No pretendía ofenderte, pero cuando me han llamado y me han dicho que estabas con Izan...me he vuelto loco. — Asegura depositando un beso sobre mi cabeza.

Llegamos a la fiesta y entramos en el calorcito que la vivienda nos proporciona. Solo cuando él dice esas palabras comprendo lo que ha debido sentir. Exactamente lo que yo he sentido cuando he visto a Izan en brazos de Tessa. Lo mismo que he intentado que Izan sintiera cuando me he lanzado a los labios de Mike. Lo que siento en este momento cuando veo cómo Izan sube las escaleras besando a Tessa desesperadamente.

No soy yo, es ella.

Dejo de caminar, mi corazón se acelera de tal forma que me cuesta respirar mientras mi mirada se fija en la pareja que acaba de encerrarse tras la primera puerta que hay al final de la escalera.

Siento un nudo en la garganta y un dolor punzante en el centro del pecho. Pero me obligo a ignorarlo y a fingir que nada me importa, mientras me fuerzo a caminar con normalidad hacia la pista de baile.

Está claro que he confundido la amabilidad de Izan con atracción. He supuesto que odiaba a Mike porque se sentía atraído por mí, y simplemente él ha tratado de protegerme de alguien no cree apropiado para mí. Nos conocemos de toda la vida y debe verme como a una hermana, y yo, una vez más he vuelto a caer rendida a sus pies. Qué estúpida.

Mike me envuelve con sus brazos, los míos hacen lo propio alrededor de su cuello, al igual que hace una hora hicieron con Izan. Y enseguida noto las diferencias.

Su piel no es tan suave como la de Izan, ni su pelo tan sedoso. Los ojos azules de Mike no son los irises azul intenso que me cortan la respiración. Cuando siento su aliento en mi piel no hay mariposas, en vez de eso siento cómo una pesada roca se instala en mi estómago. Su aroma no dispara mi pulso, y sus caricias sobre mi espalda no me erizan la piel.

Finjo cada sonrisa, simulo atención mientras mi mente, enloquecida, no deja de recrear lo que debe estar sucediendo en esa habitación, y aguanto continuamente las náuseas. Mi mirada, cada pocos segundos me traiciona desviándose hacia la maldita esclarea, anhelando volver a verlo aparecer. No sé exactamente el tiempo que transcurre hasta que vuelvo a ver a Izan bajarlas. Puede que hayan sido segundos, minutos, o horas, pero a mí me han parecido años. Y cuando por fin aparece y veo su cabello despeinado, el corazón me da un vuelco, y el nudo que he sentido todo este tiempo en la boca del estómago, asciende hasta mi garganta.

Los ojos azules de Izan, hacen contacto con los míos en la distancia. Parecen vacíos, sin vida. Veo en ellos un destello de ¿rabia? ¿Arrepentimiento? ¿Dolor?

¿Por qué me mira así?

Él aparta su mirada de mí, de nosotros, asqueado. Y veo cómo desaparece entre el mar de personas en dirección a la puerta de salida.

Sin pensar siquiera en lo que hago, le digo a Mike que necesito ir al baño, y me alejo de él en busca de Izan, con el pulso a mil por hora. Necesito aclarar las cosas con él.

Lo encuentro en el exterior, a una distancia prudencial de la fiesta, sentado en la acera. Con las palmas de las manos extendidas en el suelo a unos centímetros de su cuerpo, con su peso recostado sobre los brazos.

— Suerte que no era lo que parecía. — Digo mientras me acerco a él, con más rabia de la que inicialmente había pretendido. Pero es que estoy furiosa, tanto que ni siquiera noto el frío de la noche lamiendo mi piel.

Veo cómo su cuerpo se tensa, cómo su rostro se gira lentamente hacia mí, cómo sus ojos, que están más rojos de lo normal, me atrapan, mientras una cínica sonrisa ladeada se abre paso lentamente en su anguloso rostro.

Los secretos de IZAN © EDITANDODove le storie prendono vita. Scoprilo ora