Shajaira

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N U E V E.

—Ay, mi chiquito hermoso—pellizco sus mejillas—. Te extrañaré mucho—Acercó su boca a su oreja causandome asco y fastidio con su voz chillona.

¿Cómo logra soportar a esta mujer?

—Cuida a mi futuro esposo, cuñadito—habló, la serpiente.

Sin mirarle entregué mis tiquetes para poder entrar al avión mientras ellos seguían besandose.

Esto es abominable.

Y así fue mi despedida, ver a esos dos pechicharse de una manera fatal.

Al sentarme en mi puesto correspondiente, saqué mis audífonos para escuchar un poco de música y dormirme.

De un momento a otro escucho unos sollozos. Se me hizo totalmente extraño y abrí los ojos para encontrarme con mi hermano. Es él quién está llorando pero con los ojos cerrados, acepto que me logró engañar con su frialdad al hablar de nuestro padre pero al ver esto me doy cuenta que le duele más que a mí.

—Nestor..—musité.

Él me miró, sus ojos se veían rojos y su respiración era entrecortada.

—No quiero llorar, parezco una niña—rió sin ganas—. Solo que.. recordé la última vez que vimos a nuestro padre y la última vez que hablamos por teléfono con él.

Si.. lo recuerdo.

Recuerdo que la última vez con nuestro padre fue cuando estábamos en el pasillo del cuarto de mis padres. Ellos discutían que debían separarse y él quería estar con nosotros pero mi madre no se lo permitió y era entendible porque él la traicionó.

Nuestro padre al salir con su maleta se dio cuenta de nuestra presencia, sus ojos estaban rojos al igual que su nariz.

Él nos miró y nos abrazó con fuerza, nos prometió estar pero jamás lo cumplió. Dijo que cuidaramos a nuestra madre y que está arrepentido.

Luego que se fue, nos llamó por todo un año y siempre preguntaba por mamá pero un día dijo que quería vernos y eso haríamos pero nuestra madre no lo permitió; desde ese día no volvimos a saber más de él.

—Lo recuerdo, hermano.

Mi voz quería romperse y llorar junto a él pero no quiero eso. No quiero llorar, no soy una niña como mi hermano.

—Despedirnos nuevamente será duro pero te hará ser un mejor padre, te ayudará a ser más fuerte y poder confrontar las cosas como el hombre que eres—sacudí su hombro y lo apreté con fuerza—. Es nuestro padre y si no cumplió como uno, cumplamos como hijos.

Él solo asintió y limpió sus lágrimas.

Al llegar no sabíamos a donde ir pero nuestra tía por parte de padre nos esperó en el aeropuerto. Ella dice que nos recuerda de niños aunque nosotros no a ella.

—¡Hola, sobrinos!—nos abrazó a la vez y al separarse coloco una boca de pato para besarnos—. No los veo en persona desde hace veinte años, no lo puedo creer—sonrió, felizmente.

No parece recordar que su hermano está muriendo.

—Hola, Evelyn—sonreí—. ¿Como has estado?

—Masomenos, las cosas aquí están difíciles—se pusó en medio de nosotros para tomar nuestras manos.

—Me imagino—habló, Nestor.

—Se ven mucho mejor que en fotos—dejó salir una risita cómplice.

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