Parte 2

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Castiel había visto a Dean forzar cerraduras cientos de veces. No parecía tan complicado. Buscó a su alrededor algo que pudiera servir de ganzúa para accionar el mecanismo interno. ¿Quién hubiera dicho que una celda demoníaca estaría tan impoluta? Terminó optando por quitarse el cinturón para usar la hebilla como herramienta. Era evidente que no era suficiente, pero al menos estaba haciendo algo. Aún se encontraba luchando con la cerradura cuando un grupo de demonios apareció de improviso. Uno de ellos recitó algo en una lengua muerta, hubo una explosión de luz y el ángel salió expulsado hacia atrás, inconsciente.

Cuando volvió en sí, se hallaba en el centro de un cuarto de torturas. Estaba mareado. Sentía sus manos y pies inmovilizados y estaban colocando algo en su cabeza. De pronto sintió un dolor punzante en las sienes. Escuchó un grito y tardó unos instantes en comprender que era él quien gritaba. Cuando una segunda púa atravesó su cráneo, volvió a perder el conocimiento.

—Lo están torturando —aseguró Dean.

—Pero ¿Cómo lo sabes?

—Puedo sentirlo —dijo presionando el pulgar en el centro de su otra mano —. Mira, es difícil de explicar ¿De acuerdo? Sé que está herido porque siento las heridas. Pero...como...lejos. No lo sé. 

—¿Cómo un dolor fantasma? —quiso saber Sam frunciendo el ceño.

—Sí, algo así. —Comenzaba a dolerle la cabeza. Se apretó las sienes con fuerza —. Todo esto es bastante nuevo para mí —dijo frunciendo los ojos en un gesto de dolor. Cuando volvió a abrirlos descubrió que su hermano lo miraba perplejo —. Quiero decir, toda esta mierda de "tu dolor es mi dolor".   —Sam alzó aún más las cejas, haciendo un sonido con la garganta como respuesta. Dean comenzó a sentir que volvía a ruborizarse bajo su mirada inquisitiva, y tuvo que aclararse la garganta antes de volver a hablar —. Antes sólo era una sensación de presión aquí —comenzó a explicar llevándose una mano al plexo solar —. Y... ¿ansiedad, supongo? Cu-cuando desaparecía. Esa sensación de que algo no está bien. —Sam asentía en silencio, alentándolo a continuar. Dean sabía cómo se oía todo esto. Probablemente muy similar a lo que realmente era todo esto. Demonios. ¿Y por qué rayos le dolían las manos? Concentró su atención en el movimiento que hacía masajeando sus palmas para no tener que seguir mirando a Sammy. —. Cuando Lucifer lo... algo cambió. Yo... lo sentí. No metafóricamente. Literalmente sentí que me apuñalaba a mí. —Dean abrió la boca para seguir hablando pero no supo qué mas decir, y finalmente guardó silencio.

Sam se quedó pensativo por unos segundos, analizando toda la información con la que contaba.

—Dime algo, Dean. Luego de que Cas murió ¿Seguiste sintiendo el lazo?

—Sí. No. No lo sé —respondió Dean cruzándose de brazos.

—¿Te das cuenta de que acabas de darme todas las respuestas posibles a esa pregunta, verdad? —dijo el Hombre de Letras algo divertido. Dean sopló una risa.

—See. —Hizo una pausa recordando cómo se sentía hacía apenas unos días atrás —. Yo creía que se había cortado. Y que el dolor que sentía era sólo... bueno... el duelo —dijo encogiéndose de hombros —. Pero viéndolo en retrospectiva... creo que era el lazo tirando. Supongo que ¿se estira? No lo sé, Sam.

—De acuerdo —dijo Sam poniéndose de pie —. Veré qué puedo encontrar sobre el lazo.

—¿Eso de qué servirá? Debemos encontrar una forma de hallar a Cas —protestó el cazador.

—¿Y cómo propones hacerlo, Dean? ¿Intentaste llamarlo? ¿Rastreaste su teléfono?

—No funcionó —suspiró Dean con voz queda —. Ya lo intenté todo.

Lazo ProfundoWhere stories live. Discover now