4:32 am. Segundo Whisky

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Hace varias horas cerré el estudio. Hace varias horas que se fueron los abogaditos que creen que soy una eminencia en los juzgados y a los que les levanto la bandera de la justicia e imparcialidad con orgullo.

"Tengo que terminar un caso importante, no me importa desvelarme para que se conozca la verdad y se castigue a los culpables".

Les brillaban los ojos, pude ver ese anhelo a ser como yo.

Ingenuos, deben dejar de creer todo lo que ven, todo lo que escuchan. Deben darse cuenta de que, por tener un master en Derecho Penal no soy la justicia en persona.

Ojala todos esos títulos me sirvieran de algo ahora.

Pena, eso es lo que me da cada vez que veo a un pibe nuevo con la ilusión de defender personas ante una ley ciega, que tiene miopía y astigmatismo severo.

Ellos piensan que son los anteojos. Ellos no saben que yo también me creía un par de anteojos.

Lo que no se imaginan es que la Justicia no usa cualquier anteojo. A La Justicia le gustan los más caros, los de marca.

Lo que tampoco saben es que a la justicia se le estropea la vista porque le fascina quedarse horas y horas mirando pantallitas, viendo un programita donde los dígitos suben.

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