El enfado de Nora

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¡No! ¡No! No...

Me despierto sobresaltado, vale, sólo ha sido una pesadilla, una horrible pesadilla... Me toma unos segundos volver en mi, cuando me incorporo, y veo que llevo la ropa puesta, e incluso los zapatos. ¡Qué desastre! Normal que ella se enfade, ya me advirtió que la próxima vez que me durmiese vestido no me desvestiría ni me despertaría, y aquí estoy yo, a las... ¡Espera! ¿Qué hora es?

¡Las 12! Joder, le dije a Nora que le ayudaría a arreglar el jardín, seguro que se habrá enfadado... Pero se le pasará rápido como siempre.

He de reconocer que me encanta cuando se enfada, arruga la nariz y parece una niña, a pesar de que ya vamos camino a los 40. Pero es la mujer más bonita que he visto jamás, y esto no lo digo por el hecho de que sea mi esposa, si no porque lo siento. He oído decir esa frase en compañeros de trabajo a mujeres cuyo nombre les resultaba indiferente, ojalá algún día lleguen a sentir por alguien, la mitad de lo que yo siento por ella.

Es que joder, es perfecta, inteligente, ingeniosa, con un carácter que a veces puede dar miedo, pero es la persona más sensible y buena que he conocido nunca.

Bueno en realidad, sí conozco una persona que es igual de genial que ella, pero es porque es exactamente igual que ella. Y es que nuestra hija Lucía es exactamente igual que ella, a pesar de tener sólo 5 años es muy expresiva, mueve las cejas igual que ella, y tiene sus mismos hoyuelos. Tiene su pelo, su cara y sobretodo su corazón.

He pasado 15 minutos sentado al borde de la cama, mirando fijamente a mis zapatillas de estar por casa, mientras me perdía en mis pensamientos.

Salgo de la habitación y no hay nadie, aún huele a café, no están sus llaves. Cuando oigo el motor de su coche, veo que está apunto de salir, salgo corriendo cojo mis llaves y me apresuro para subirme al asiento del copiloto.

Nora me ignora. Estaba en lo cierto, está enfadada, siempre que lo hace, me hace el vacío. La solución está en hablar, pedir perdón y hacerla reír hasta que no sea capaz de aguantar la risa, entonces yo habré ganado. Pero en esta ocasión, creo que es mejor esperar a que lleguemos al destino, porque tiene la cara de estar muy molesta, está súper seria. Será lo mejor si no queremos tener un accidente.

Pone la radio, y comienzo a cantar a pleno pulmón, incluso haciendo los coros, para ver si le robo una sonrisilla, pero nada, sí que está enfadada... Pongo mi mano sobre la suya que se encuentra en la palanca de cambios, y no hay respuesta por su parte.

Cuando llegamos, aparca y sale del coche. Espera... ¿Este lugar?

Caigo al suelo, siento que mi cuerpo pesa muchísimo. No veo ni escucho nada, empieza a sonar esa canción de "The fray", ¡Es la de mi boda! Decidimos que fuera esa la que bailáramos, en lugar de las típicas canciones, porque la primera noche que dormimos juntos, al despertar entré en la cocina y la vi en ropa interior con una camisa mía bailando y cantando esa canción, al verla lo supe, era ella, la abracé y lloré como un niño pequeño entre sus brazos.

La oscuridad se desvanece, y puedo ver borrosos y en lapsos de 10 segundos, (creo) recuerdos. La primera vez que la vi, ella durmiendo entre mis brazos, la sonrisa de mi madre, cómo mi padre gritaba a la televisión mientras veía el fútbol, la primera vez que vi a Lucía.

Siento un espasmo y mucha presión en el pecho, joder, he tenido que desmayarme. Ya no estoy al lado del coche, ¿Dónde está Nora?

Y ahí la veo, de rodillas abrazando un trozo de piedra en el que pone mi nombre. Ahora lo entiendo todo.

Me agacho y la abrazo con todas mis fuerzas, ella sigue llorando desgarrada.

Empiezo a sentir que cada vez peso menos, le separo el pelo de la oreja y le susurro: "Ojalá nunca me olvides, yo no voy a hacerlo, voy a esperarte aunque sean 100 años más. Ahora debes vivir por mi y por nuestra hija. Recuérdame y yo siempre viviré en ti"

El enfado de NoraWhere stories live. Discover now