Capítulo 2 "La bella duemiente"

122 34 11
                                    

Patrick

—Por última vez detective no tengo idea de que hacía tanta coca en mi coche, se lo preste a mi novia hace unas semanas, ella debe de haberse metido en algo chungo con su colegas. —apoye mi espalda contra el respaldo de la silla de la comisaría con un suave movimiento, mientras observaba a aquella basura escupir más y mas mentiras. Tras tres horas de  interrogatorio ni Micke ni yo habíamos conseguido sonsacarle el nombre del tipo que le pasaba la droga que vendía por todo el barrio de Salamanca.
—Sabes Aguirre, es gracioso que digas que el coche lo tenía tu novia, cuando ella a declarado encontrarse fuera de la ciudad en un intento de alejarse de ti. Más exactamente de tus palizas y asquerosas violaciones. — me levanté de golpe y pegue un puñetazo contra la mesa de interrogatorios. —Me he cansado de tus gilipolleces Aguirre, llevalo al los calabozos...haber si así recupera la memoria. —dije mientras le dirigía una mirada a mi compañero Micke. Mientras salía de la sala pude escuchar como el gilipollas de Aguirre rogaba por su puesta en libertad entre lloriqueos. Que se jodiera, pensé para mi; las calles no necesitaban a más basura como el.
Me dirigí con paso decidido a mi despacho, cuando Sarah (mi secretaria en la comisaría desde hace tres años) me detuvo.
—Wein, querido estábamos buscando te los chicos y yo. Te hemos comprado un pequeño pastel por tu cumpleaños. —Mierda, lo había olvidado. Aquel día cumplía veintisiete años. Lo último que me apetecía tras cuarenta y ocho horas de guardia era quedarme allí a comer un estúpido pastel...Pase mis manos por mi pelo en gesto cansado.
—Lo siento, tengo que irme. Otro día tal vez. — dije en un tono demasiado seco. Pero que queréis que os diga, así soy yo, seco. Las frivolidades no son lo mio. Yo cumplo con mi deber, nada más y nada menos.
—Oh vamos Wein ¿No irás a ponerte otra vez en plan refunfuñón no? —me miro con cara de ¿lastima? Que me parta un rayo, yo puedo dar muchas cosas; miedo, respeto, a veces incluso odio... Pero no, lástima no es una de ellas.
—Hasta luego Sarah. —dije en tono frío dándole la espalda a ella y a su apetitoso pastel.
—No podrás huir siempre de las personas que te aprecian Wein. —grito aquella entrometida mujer a mi espalda.

La lluvia me empapo con fuerza antes de encontrar refugio en mi coche. Puse la calefacción a tope, y saque mi teléfono móvil. Joder 25 llamadas de mi madre. Ni que aún fuera aquel adolescente rebelde que no paraba de meterse en líos... Seguro que estaba esperando ansiosa que pasará por su casa a cenar, pero no tenía  ánimos. Soportar a toda mi familia junta nunca era tarea fácil, entre mis cuatro hermanas y la obsesiva de mi madre aquello siempre acababa convirtiéndose en un infierno femenino para mi. Note como mi teléfono volvía a vibrar anunciando una nueva llamada. —Sera mejor acabar esto cuando antes. — me dije con resignación contestando al teléfono.
—Hola mamá, ¿Que pasa? —dije en tono gruñón.
—Vaya, al fin el señorito se digna a contestar. ¿Sabes lo preocupada que estaba? ¡Pensaba que uno de esos traficantes te había inflado a tiros hasta convertirte en un colador! — y allí estaba, la vena histérica de mi madre en todo su esplendor.
—Mamá basta, llevo ya seis años en el cuerpo, y seis años aguantando tus paranoias. — dije mientras me recostaba cansado contra el asiento del coche.
—Deja de refunfuñar, y dime ¿A que hora piensas venir a cenar? Ya he avisado a todas tus hermanas... Se mueren por verte.
—Mamá, hoy no ¿vale? Tal vez este fin de semana. Tengo que dejarte. —colgué el teléfono sin darle tiempo a responder. Hoy no me apetecían más reprimendas, había sido un día de largo y arduo trabajo.

Tras quince minutos  conduciendo bajo la espesa lluvia, al fin llegue a mi bloque de pisos. Traté de sacudirme el agua del pelo mientras subía en el viejo ascensor de la vecindad. Dios, estaba tan cansado que casi podría dormirme allí mismo. Las puertas del ascensor se abrieron y me dirigí hasta mi portal.
Justo cuando iba a meter la llave en la cerradura percibí que algo hiba mal. Aquella sensación de peligro despejo por completo mi mente. Volví a fijarme bien en la cerradura. Exacto, allí estaba. Era casi imperceptible, pero yo lo pude ver. Habían forzado mi cerradura. Saqué el arma que siempre guardaba en mi tobillera, y me dirigí al interior de mi piso como un gato silencioso. Las luces del pasillo estaban apagadas, y todo parecía estar en su sitio. Vaya, tal vez no fueran ladrones como había pensado en un primer momento, tal vez se debiera a alguna de las mafias de la ciudad que me la tenían jurada, tras desarticular un par de sus laboratorios de drogas.
Continúe caminando apretando aún mas fuertemente el arma contra mi mano. Si esos cabrones creían que iban a acabar conmigo, lo tenían claro.
¿Que cojones..? La luz de mi salón estaba encendida, y parecía que había alguien tumbado en el sofá. ¿Es que acaso era una especie de ladrón idiota?
Me acerqué  más hasta poder ver de quién se trataba.
¿Una mujer? ¿Una mujer de pelo..azul? Pero que narices...
—¿Quien coño eres? —grite esperando que aquello despertase a aquella extraña loca, mientras la apuntaba con mi arma.

Charlotte

Una fuerte voz ronca, hizo que despertara de golpe, cayendo me torpemente contra el suelo. Alce sobresaltada la mirada, y lo que vi heló mi sangre. Un hombre de aproximadamente 1'90 con cara de muy malas pulgas me apuntaba con un ¿¡arma!?
—¡Aaahhh! — grite mientras daba un rápido pasó hacia atrás. Pero a donde narices me había llevado mi padre. Joder, joder y joder aquel hombre continuaba apuntándome. Se acabó este era mi fin. Acabaría violada y acuchillada por aquel loco.
—¡Que quien cojones eres! —me grito mientras se aproximaba a mi.
—Hay Dios, no me mates, ni me violes ni me descuartice. Juro que no he visto nada raro por aquí...y si lo veo callaré. ¡Esto a sido un error yo...yo buscaba a un tal Wein. —aquellas palabras salían vomitadas de mi boca sin control alguno, mientras tanto una de mis manos cogio con rapidez una de las lámparas. Aquel tipo dio un paso rápido hacia mi, y no me quedó opción: le estampe aquella lámpara con todas mis fuerzas y trate de huir. Debido al impacto de la lámpara su arma cayó contra el suelo pero en un rápido movimiento agarró una de mis piernas y me tiro con fuerza al suelo, no tardó ni dos segundos en sentarse a horcajadas sobre mi. Joder ahora si que la había echo buena. Maldito fuera mi padre por llevarme a casa de un asesino...trate de defenderme pero me agarró con fuerza de ambos brazos dejándome absolutamente a su merced.
—¿Quien te envía? — dijo con una peligrosa voz ronca. Pude ver cómo una de sus cejas sangraba levemente debido al impacto de la lámpara. De cerca daba aun mas miedo, aquellos ojos verdes me miraban asesinos. Traté de moverme bajo su cuerpo, pero fue inútil. Las lágrimas comenzaron a agolparse en mis ojos.
—Yo...mi padre... Me mandó aquí en una carta... Y llovía así que decidí forzar un poquito la cerradura y esperar dentro...pero caí rendida. Es...tan sólo un error. Yo buscaba a un tal Patrick Wein. —su expresión se tornó confusa, pero continuo sin soltarme. —Mire agradable desconocido, si me deja ir ahora sin que Me viole o estrangule , prometo no contar esta graciosa historia a nadie. —trate de poner la mejor de mis sonrisas. Había tratado ya antes con gente chalada en mi "trabajo" podría lograr salir airosa de esta situación, pensé para tranquilizar mis nervios. Trataría con el y llegaría a un acuerdo para que aquel enorme bruto no cavase una tumba con mi nombre...
—¿Violarte? ¿Estrangularte? ¿De coño hablas? Soy el detective de policía Patrick Wein, y quiero que me diga ahora mismo señorita quien la a mandado venir a mi casa a agredirme. —me miro con cara seria. Joder era...¿poli? Mi padre me había llevado a casa de un ¿policía?...
—Mi padre era Roger Walker, y en sus últimos días me dejo una carta con su dirección. —dije tratando de respirar bajo su peso (era enorme en comparación a mi 1'56).
—¿Roger? ¿Eres la hija de Roger Walker? —me miro perplejo.
—Si bueno... Podrías ya sabes ¿dejar de chafar me? —dije arqueando las cejas.
—Muy bien te voy a soltar  para que podamos aclarar la situación con tranquilidad. Pero como vea que vuelves a tirarme alguna de esas lámparas — dijo echándoles una larga mirada — entonces si que te voy a estrangular... —joder esperaba que aquello último fuera una broma...

Mi Ladrona Favorita Where stories live. Discover now