Capítulo 1: El comienzo

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Ese día cumplí los 19 años. Como era normal entre los nuestros y otras razas del bosque, solamente nos vestíamos con un pequeño trapo alrededor de la cintura. Me llamo Nathan, y mi pelaje es anaranjado. El pecho, la punta de la cola y detrás de brazos y piernas era de color blanco. También llevaba una distintiva marca morada en el hocico en forma de coma.

Era de noche, y estaba tumbado en la hierba alrededor de mi tienda, contemplando el cielo. Las estrellas daban a la vista un bello paisaje. Cuando era pequeño me preguntaba si mi madre estaría ahí. Con el paso del tiempo, aprendí la verdad y como afrontarla.

Al estar sumido en mis pensamientos e hiptonizado con las estrellas, no me di cuenta de quien tenía al lado.

- Bonita noche, ¿Verdad?- Dijo una voz que me resultaba familiar

Miré a mi lado, y vi a Alea. Alea era mi amiga de la infáncia. Ella tenía el pelaje mas claro y los ojos morados a diferencia de los verdes mios.

- Si...- Contesté con un suspiro

- ¿Te ocurre algo?- Preguntó- Pareces preocupado

- No paro de pensar en ella...- Contesté en voz baja- quiero hacer algo

Ella se quedó pensativa unos segúndos. De pronto, soltó un suspiro alegre, como si hubiera tenido una idea.

- ¿Y si la vengas?- Propuso con un tono irónico

 - ¿Cómo?- Contesté, confuso

- Busca a quien mató a tu madre y mátala- Contestó ella, con mas ironía

Aunque lo dijera en broma, la idea me resultaba tentadora. Irme y matar a quien me quitó a mi madre. Me levanté, con mas ánimo.

- ¡Tienes razón!- Exclamé, en susurros

- ¡Espera!- Me detuvo- ¡Era una broma!

Aun así no le hice caso. Volví a mi tienda y me eché a dormir.

Al día siguiente, me levanté a toda prisa a buscar a mi padre. Pasé corriéndo entra la aldea mientras algunos recogían leña, otros traían la caza y otros labores. Encontré a mi padre volviéndo de cazar. Últimamente no habían muchas presas, y eso nos ponía tensos.

- ¡Papá!- Le llamé

- ¿Qué ocurre?- Preguntó, un poco preocupado

- Tengo algo que contarte, vamos a mi tienda- Dije mientras lo agarraba del brazo y lo llevaba hasta donde vivía

Se podría decir que estaba un poco desastrosa. Con todo desperdigado. Mi padre se sentó en el suelo, y yo me senté delante suya.

- Ahora dime, que quieres- Esperó a una respuésta

- Voy a irme de aquí- Contesté, aunque no rebelé todo

- ¿¡Irte de aquí!?- Repitió mi padre

- Eso es- Volví a contestar

- ¡De eso nada- Negó rápidamente-  De aquí no te mueves

La idea de que mi padre me detuviera no me hacía mucha gracia. Ya era mayor para hacer lo que quisiera.

- ¡Pero ya tengo 19 años!- Repuse, enfadado

- ¡Por eso!- No entendía que quería decir- ¡Aun eres un irresponsable!

Antes de que me diera tiempo a responderle, se marchó enfadado a toda prisa. Yo también estaba enfadado, ¡No voy a hacer siempre lo que el diga!. De mal humor, comencé a preparar mis cosas para marcharme. No pensaba decirle nada a nadie.

Metí en una pequeña bolsa algo de ropa, aunque casi nunca nos hacía mucha falta. También metí algo de comer y un poco de lana por si las moscas. Cuando todo estaba listo, Alea entró acompañada por Fiora, la anciana. Fiora era la integrante mas antigua de la manada, y siempre daba buenos consejos.

Ayudada con su bastón, se acercó y me colocó la frágil mano que tenía libre sobre el hombo.

- Así que quieres marcharte...- Dijo con su débil voz

- Si- Contesté en voz baja

- No quiero que te vayas...- Susurró Alea

- Lo siento- Contesté, un poco apenado- Pero es lo que he elegido

- En ese caso, ten- Dijo la anciana mientras sacaba algo de su bolsillo- Este collar te traerá buena suerte

Era un hilo negro del cual colgaba una escama de esturión. En nuestra manada siempre decíamos que el esturión y sus escamas daban buena suerte.

- Grácias- Contesté mientras me ponía el colgante, y acto seguído le di un abrazo

Segúndos después Alea se unió al abrazo, sin poder contener las lágrimas.

- Prométeme que te vas a cuidar- Dijo, mientras se limpiaba los ojos

- Descuida- Prometí

- Bien, joven zorro- Comenzó la anciana a hablar- Si vas a irte, te cuidado. El bosque está lleno de peligros y sorpresas...- Hizo una pausa para tomar aliento- Pero también tiene sus secretos y experiencias maravillosas, lástima que yo ya no pueda salir

- Ahora dudo si hago bien en irme...- Susurré

- ¡No!- Negó alzándo las manos- Es tu destino, las estrellas me han hablado. Debes salir ahí fuera, y seguir tu propio camíno

Al igual que mi padre, ambas se fueron sin darme tiempo a decir algo mas. Escondí la bolsa por si mi padre decidía volver, que no intentara entrometerse. Me iría aquella noche, mientras todos dormían. Hasta que llegara el manto de la oscuridad, decidí echarme un rato sobre el montón de algodón donde dormía.

Pensaba en los peligros que podría toparme. Aves rapaces, las tenebrosas criaturas que acechaban en el bosque, y hombres lobo. Aunque estos últimos vivían muy lejos, y había que atravesar bosque, desierto y mar para llegar a sus manadas.

Cuando finálmente se hizo de noche, me colgué la bola en el hombro y salí de allí. Como era de esperar, nadie estaba despierto. La ocasión perfecta para marcharme. De la aldea hasta el bosque había un poco de claro que atravesar.

Cuándo finálmente entré al bosque, me arrepentí. Mirara por donde mirara, veía ojos que me observaban y parecían estar a punto de lanzarse sobre mi, por lo que aceleré el paso. Después de avanzar un tiempo entre los arboles, decidí parar a dormir. Saqué el algodón y lo pus en torno a un árbol, donde me acosté. Use la ropa que tenía dentro para taparme, y así resguardarme de la fría noche.

Pero a mitad de la noche, algo me despertó. Levanté la cabeza y agudicé el oído, hasta escuchar unas pisadas que se hacían mas y mas fuertes a medida que pasaban los segúndos.

CONTINUARÁ

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The fox and the wolf (Furry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora