Dear December

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2005, en algún lugar del mundo.

Cada año parecían llegar antes las malditas fiestas.

Acababa de comenzar Noviembre y la mayoría de las tiendas estaban abarrotadas de decoración navideña. Lo cual por alguna razón le molesta en demasía.

Sus amigos le habían llamado amargado por no querer participar en un juego absurdo de hacer regalos anónimos. Sus padres le habían invitado a pasar las fiestas en casa; pero un año más, aquella carta terminó en la basura.

"Esta Navidad te esperamos en casa para celebrarla todos juntos. Vendrán Rosie y Anna. Tu padre te echa de menos. No existe tal cosa que no se pueda solucionar, Louis. Pero si decides no venir; feliz vigésimo quinto cumpleaños. Te queremos. Mamá."

Las fiestas son perfectas cuando tienes con quién celebrarlas, cuando los anuncios en la televisión no te parecen una puta mentira; cuando tu familia no te jodió la Navidad la noche que cumplías diecisiete.

Louis había huido de casa esa misma noche. Charlie lo acogió en casa hasta que meses más tarde consiguió un trabajo en una cafetería y pudo empezar a pagar una pequeña buhardilla en el centro. A veces se encontraba con Rosie, ya que ambos trabajaban por la misma zona. Jamás supo pedir perdón por no haberle defendido, por no haber dado la cara por su hermano pequeño. Nunca hubo de nuevo una palabra.

Pero este año sería diferente. Había alquilado la buhardilla a unos extranjeros y con el dinero pasaría todo el mes de Diciembre en un pueblo perdido de las afueras. Pocos habitantes, tranquilidad, y ni una sola palabra sobre la Navidad.

La soledad no era algo que le molestase, se había acostumbrado a ella desde hacía muchos años. Tenía amigos de la infancia, compañeros de trabajo; pero la convivencia del día a día la pasaba solo.

Estar todo un mes en un pueblo sería lo mejor que le podía pasar. Quizá tenía resentimientos por la fecha y lo sucedido, pero por fin se acababa el año.

"¿Has hecho ya las maletas?" Charlie había aparecido por la puerta con su copia de llaves y esperó en el mismo lugar hasta que Louis salió del baño. Su pelo largo le rozaba la cintura en el vaivén del movimiento.

"De hecho solo llevo una. Me tengo que ir ya, el bus sale en diez minutos. Explícales bien las normas y recuérdales que los animales están prohibidos. Todos."

"¿Has visto las fotos que enviaron? El marido es un animal."

Louis sonrió y le dio un beso en la mejilla antes de salir por la puerta.

El autobús estaban a punto de irse cuando llegó a la estación. No estarían ni dos horas de viaje, lo cual le tranquilizó. La claustrofobia le producía ansiedad y era un lugar muy pequeño para demasiadas horas.

La mayoría de la gente se bajó en las primeras paradas. las afueras o pueblos cercanos. Cuando llegó a su destino, sólo él y un señor mayor permanecían en el vehículo.

"No es el lugar más adecuado para pasar la Navidad."

"Eso es justo lo que deseaba oír." Louis sonrió y ayudó al señor a bajar la maleta de los armarios. "Necesito llegar a la residencia del señor Clarke. ¿Le conoce?"

"Aquí nos conocemos todos, chico. El viejo Patrick vive junto al bar. Solo hay un bar. Pero ya hace varias semanas que se fue del pueblo."

Louis frunció el ceño. Habían acordado verse aquí el primer día de Diciembre para la entrega de llaves y cualquier advertencia necesaria. De todas formas el señor, Matías, le acompañó la puerta de la pequeña casa en la que vivía el señor Clarke.

Todavía no había oscurecido pero la luz del sol cada vez se escondía más. Y el pueblo en sombras daba bastante respeto.

"Quizá ha dejado las llaves por aquí. Los viejos tienen sus mañas."

"Disculpe pero me parece poco profesional e irresponsable. Esta situación es insostenible, ¿hay algún teléfono que pueda utilizar? El mío se quedó sin batería en el viaje. Me gustaría contactar al señor Clarke."

Pero Matías ni si quiera le estaba escuchando. Miraba bajo las macetas y en cada esquina del pequeño jardín. Cuando giró para mirar a Louis, este observó un trozo de papel entre sus manos.

"Si hace los honores..."

"Estimado Louis Tomlinson," leyó en voz alta "Diciembre no me permite esperarle para hacerle entrega de las llaves. Espero que tenga una feliz estancia en mi hogar. No debe usted seguir ningunas reglas. Solo pase unas buenas vacaciones. Diciembre llega, y la Navidad le entregará las llaves. La Navidad, esa que solo trae cosas buenas. "

"Debo ir a casa, joven Louis. Siento no poder esperar con usted, pero si la Navidad tiene que entregarle las llaves en carne y hueso moriré antes de verlo." Matías sonreía y caminaba a paso lento hacia el bar.

"¿Se está riendo de mí?"

"¿Yo? Jamás haría tal cosa. El viejo Patrick es un cuadro muy difícil de entender. Siento mucho lo ocurrido. Dos calles más abajo hay un hostal, no creo cobren demasiado. Nos veremos, Louis."

Y Louis no supo qué decir ni qué hacer por un momento. Solo vio a Matías desaparecer en la lejanía y volvió a leer la nota que tenía entre las manos. El señor Clarke había parecido un hombre de lo más normal y coherente cuando habían hablado hacía ya un mes. Sabía perfectamente que estaba huyendo de las fiestas y esta nota parecía un cruel chiste.

Suspiró y se puso en marcha en busca del hostal antes de que la noche cayera sobre el pueblo.

Que le den al señor Clarke. Que le den al pueblo y que le den a la Navidad.

"¡Oye!"

La voz profunda a su espalda le sobresaltó después de llevar varios minutos perdido en sus pensamientos. Un chico alto estaba parado en mitad de la calle con una sonrisa y brillo en los ojos. La nariz roja debido al frío y un abrigo de pelo que cubría su cabeza.

"¿Louis Tomlinson? ¿1 de Diciembre hasta 1 de Enero?"

"Sí. ¿Tú eres...?"

"El señor Clarke me dejó sus llaves. Me dijo que llegarías sobre las 5 pero no he podido llegar antes."

"O sea, eres Navidad."

"¿Perdón?"

Louis sonrió y sacudió la cabeza maldiciendo la maldita fiesta. "Nada. ¿Tienes mis llaves, pues?"

"Sí," sonrió, "aquí tienes."

Dear December  [A Christmas story]Where stories live. Discover now