001

46 7 0
                                    

001. El comienzo

Cierro mis ojos al igual que las últimas horas, semanas, días. Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba aquí y mi cerebro estaba tan cansando que a penas podía pensar con un poco de claridad.

Empiezo a lamentar el no estar acostumbrada a usar relojes, ahora mismo me hubiese servido de mucho.

Siempre es lo mismo, me sacan del oscuro cuarto en el que estoy encerrada y me llevan a la habitación con estilo de consultorio médico, me atan en la misma camilla y me inyectan lo que yo supongo son drogas. Lo único que varía con los días es el color de la sustancia que se adentraba por mis venas. A veces era un violeta oscuro, otras roja, azul y un sin fin de colores distintos; con cada una mi cuerpo reacciona de una forma diferente, los efectos secundarios no son nada lindos.

Cuando ya estoy atada en la camilla levanto la vista y veo la bolsa que transportaba la droga que me sería inyectada hoy, la sustancia liquida esta vez es de un verde menta, el color es tan intenso que hasta se me hace molesto observarlo, aunque realmente no puedo estar segura de eso ya que a lo mejor es mi vista la que está fallando. Es la explicación más razonable, últimamente he estado mas débil que nunca. Los malos tratos de este lugar me destrozan cada vez mas.

Ya no soy capaz de identificar a las distintas personas con bata blanca que se movían alrededor de mi, en un principio podía distinguirlos uno de los otros y hasta reconocerlos pero ahora estaba en un punto que creo era un milagro el siquiera poder seguir viéndolos. No puedo más con esto, solo quiero que acabe lo antes posible; lo peor es que no tengo idea de cuando acabará.

—Lo que vas a experimentar ahora va a ser un poco mas doloroso que las otras veces Kaila —esa rasposa voz que he llegado a odiar con el paso de los días se hace presente de nuevo—. Pero sé que eres una chica fuerte, lo has demostrado anteriormente así que necesito que sigas luchando.

Bastante ironía era que la persona que causaba mi sufrimiento me pidiera ser fuerte. Las primeras veces que me trajeron aquí me resistía pero ya se ha vuelto una costumbre, ya no me opongo en lo absoluto, y no solo porque no tengo las fuerzas suficientes para hacerlo, sino porque no tiene sentido alguno. No tengo escapatoria.

Siento como el líquido verde se adentra por mis venas y ahora entiendo a lo que la voz rasposa se refería, cada segundo es una agonía más grande, cada vez la droga se esparce más dentro de mí, quemaba más y más, siento como cada vez se me dificulta la sencilla tarea de respirar y es torturador ver como un montón de manos se mueven por mi cuerpo, empiezo a gritar, lo siento pero no soy capaz de escuchar mi propia voz.

No puedo describir con exactitud lo que estoy sintiendo pero algo es seguro y es que es un dolor que nunca antes había sentido, es como si todo mi interior estuviera en llamas, mis pulmones están colapsando y ellos no hacen nada para detenerlo. Necesito respirar y por mas que lo intento no puedo, el aire no llega a mis pulmones.

Desesperada observo a una de las personas con bata blanca y por los pocos rasgos que logro distinguir noto que es una mujer, sin saber siquiera si la estaba mirando directamente le trato de demostrar con mis ojos la agonía por la que estoy pasando, le pido un poco de compasión y para mi sorpresa funciona, segundos después siento como soy capaz de respirar nuevamente, todo luego de que aquella mujer haya inyectado con fuerza algo que no reconozco justo en medio de mi pecho. Poco a poco mi sentido de la audición vuelve, escucho unas voces discutir pero no soy capaz de escuchar algo más.

Me empiezo a desvanecer poco a poco hasta desconectarme del mundo real, no tengo idea de lo que pasa, es como si estuviese dormida pero mi memoria sigue consciente, lentamente la claridad de mis pensamientos se va y solo puedo pensar sobre una sola cosa, la misma pregunta se hace en mi cabeza una y otra vez.

¿Cuando empezó todo?

No estaba segura de si decir que todo empezó cuando me reuní con aquél mayor y canoso hombre esa noche, cuando me ofreció una cura para mi enfermedad y como idiota acepté. Tampoco sé si todo empezó cuando vi la muerte de mis padres cuando tan solo tenia unos cinco años, menos sé si el punto de inicio fue cuando me separaron de mi hermano con el objetivo de que fuese por siempre. Aunque a lo mejor todo comenzó cuando me di cuenta de lo que pasaba y con todo el dolor de mi alma empecé a evadir a Caleb.

Habían muchos comienzos, diría que demasiados y no estaba segura de cual de todos había desencadenado la cadena en reacción que hoy me tenía justo en el lugar en el que me encuentro. De lo único que puedo estar segura ahora es que todo comienzo tiene su final y no quería un final sin volver a verlo a él, sin que él pueda comprender por que hice lo que hice.

Y en todo caso de que no vaya a haber un final. Me encargaré de crear uno.

CITRIONWhere stories live. Discover now