Me gustaban por el tipo de relación tan ideal, algo que siempre había buscado para mí pero que ya formaba parte de la Ruth del pasado, de la que tenía 16 años. A los 26 actuales, con lo que había pasado había tenido suficiente con el amor, ahora sólo usaba y tiraba, mi coraza me protegía... Aun así, me ponía en la piel de la protagonista, de esta manera no sufría pues de las letras no pasaba, era todo ficción, no creo que algo parecido pudiera pasar en la vida real. Había aprendido que los cuentos Disney no existían.

Tal y como estaba calculado, en diez minutos llegué a la estación de San Bernardo. Aun habiendo salido del vagón y la estación, seguí leyendo el libro electrónico ¡estaba tan interesante la historia!

Durante el camino hasta llegar al hotel iba esquivando al resto de personas que me fui encontrando por el camino, levantando levemente la mirada, lo justo para comprobar que no iba a chocarme con nadie.

Al llegar a la puerta principal de mi trabajo levanté la mirada para saludar al portero.

- - Buenos días Carlos-le sonreí. Carlos podría tener unos cuarenta y pocos años, era de estatura media. En su pelo castaño ya podían notársele algunas canas propias de su edad, pero aun así se le veía en forma. Su uniforme azul marino, del mismo color que el mío, combinaban muy bien con sus ojos azules. Me encantaban sus ojos y se lo recordaba cada vez que podía. Sí me vuelven loca los ojos azules no puedo remediarlo.

- - Buenos días Ruth, parece que hoy va a hacer calor- me dijo mientras miraba al cielo. Yo seguí su mirada y le afirmé lo que acababa de decir.

- Sí eso parece...el verano ya está cerquita-volví a dirigir mi mirada hacia la Tablet para apurar los últimos minutos que me quedaban de lectura hasta el descanso. Iba tan absorta en la trama que no me fijé por donde iba. De pronto noté como chocaba con algo, del golpe la Tablet saltó de mis manos.

- - ¡Mierda la Tablet!-exclamé mientras estiraba los brazos para intentar cogerla y que no tocase el suelo. Al mismo tiempo, vi una mano que lograba cogerla antes que yo-Menos mal, disculpe no me fijé por donde iba-levanté la mirada para ver a la persona que había conseguido salvar mi Tablet.

Mi cuerpo quedó paralizado ante lo que me encontré. Delante de mí había un hombre alto, de pelo moreno y barba de dos días. Iba vestido con una camisa azul marino metida por los pantalones de vestir de color negro. La camisa dejaba insinuar loquehabía debajo, fuertes brazos y pectorales marcados. ¡Dios esta como un tren! Las gafas de sol Rayban ocultaban su mirada, que seguro estaba fijada en mí y pensando en lo tonta que había sido al chocar con él.

- - ¿Estás bien?-su voz me hizo salir de mis pensamientos. Mi cuerpo se estaba acalorando, nunca había visto a un tío así. O tal vez sí, pero que me dirigiera la palabra a mí y sólo a mí...no, nunca lo había visto.

- - Sí. Sí, disculpe de verdad, lo siento mucho-tartamudeé del nerviosismo que me invadía, el cual se había acumulado al miedo que me entró porque casi se destroza mi Tablet. Esperaba que él no notara mi estado. ¡Qué vergüenza!

- - Al menos se ha salvado-comentó acompañado por lo que creí era una sonrisa, ofreciéndome mi Tablet intacta.

- - Muchas gracias-alargué la mano para cogerla. Nuestros dedos se tocaron y sentí como un escalofrío me recorría todo el cuerpo hasta el punto medio existente entre mis muslos. ¿Qué me ocurría? Hacía tiempo que no sentía algo así. Este hombre me pone a 100 con sólo rozarme y es un completo desconocido.

- - Ha sido un placer-esta vez sí sonrió abiertamente. Era perfecto, era un dios. La mujer que estuviera con él es muy afortunada que envidia me daba de ella. ¿Pero qué hago yo pensando en algo así? Hacía ya tiempo que me prometí a mí misma en no volver a mirar a un hombre de esa manera.

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⏰ Last updated: May 06, 2020 ⏰

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Capítulo 1.Where stories live. Discover now