1 La Fiesta más Grande del Mundo

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Muchos dirían que el Vampiro más famoso del mundo es Drácula. Y no les falta razón. Es uno de mis parientes más cercanos, y también, el vampiro más conocido del mundo...de los mortales. Entre nosotros, los inmortales, el vampiro más famoso soy yo, El Conde Dracunus.

Mi sobrino no es más que un vampiro con suerte entre muchos. Llegó a los oídos de un escritor, mortal por supuesto, la historia de un vampiro malvado. Y así se hicieron conocidos nosotros, los vampiros. Digamos que es el artista de la familia.

Pero no sólo existen vampiros, no señor, existen muchas razas inmortales más.

Cíclopes, hombres lobo, sirenas, ninfas, minotauros, esfinges, hadas y un montón de criaturas impresionantes conforman esta serie de razas desconocidas para los humanos. Y todas ellas, tendrán un encuentro hoy mismo, en mi Gran Mansión.

...

-Es...estás seguro que es por aquí?-preguntaba temeroso un duende.
-Sí, Gaspar, si es por aquí. Ya estamos cerca, no seas miedoso.
El bosque en el que nos encontrábamos era oscuro, rodeado de niebla. Básicamente lo único que podías ver era la sombra de los árboles y lo que se encontraba 1 metro adelante tuyo.
-Tú eres un gigante, es normal que no tengas miedo. Yo soy un simple enano.
-Vamos, Gaspar, te conozco desde la infancia. Siempre he cuidado de ti. ¿Crees que no lo haría ahora?
Lo que buscábamos era la Mansión de un Vampiro, que según habíamos escuchado los rumores iba a celebrar una Gran fiesta por la zona.
En ese momento escuchamos un rugido. Un rugido potente, nada parecido a los sonidos de grillos y búhos que habíamos escuchado hasta ahora.
-Para un rato, Gaspar, quédate aquí.
Avancé unos pasos, y entonces todo el panorama gris y verdoso al que estábamos acostumbrados desapareció. Un color rojo infernal inundó la zona. Todo empezó a incendiarse a nuestro alrededor. Y cuando volví a fijar la vista hacia el frente, me encontré con uno de mis mayores temores...Un terrible dragón.

Estábamos a pocos centímetros de distancia, cara a cara. Sus grandes y venosos ojos miraban cada rincón de mi cuerpo. Las escamas de su roja cara resaltaban como llamas encendidas. En ese momento el dragón esbozó una sonrisa. Abrió la boca, y supe que si no hacía algo, moriría devorado entre sus fauces Gaspar y yo.
Con todo el valor del mundo, saqué el gigante mazo con puás que llevaba en la espalda, y me lancé hacia aquel gigante dragón, el mayor de mis miedos.

La Celebración de los Inmortales (Concurso de Fantasía)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora