—No muy bien. Tenemos que irnos ya —dijo Scott. Malia asintió, pasándole las llaves del Jeep.

Abruptamente, Parrish cayó al suelo. Tenía marcas de garras por toda su espalda. Todos voltearon a ver a Lydia, la cual era sujetada por Tracy.

—Lo lamento, pero ella vendrá conmigo.

—Tracy, espera —exclamó Scott. Hannah dio un paso al frente, pero el brazo de Scott la detuvo, impidiéndole avanzar. La rubia lo miró, entre sorprendida e indignada porque él creyera que podía controlarla, pero él la ignoró—. No sabes lo que va a pasar.

—Me la voy a llevar. Eso es lo que va a pasar y ninguno de ustedes me lo impedirá.

—Inténtalo, perra —gruñó Hannah. De un empujó, se zafó del agarre de Scott y antes de que Tracy pudiera hacer algo para evitarlo, la tomó del cuello y la azotó contra las rejas. Isaac atrapó a Lydia, impidiéndole que cayera al suelo—. Esto es lo que vamos a hacer. No te voy a matar porque quiero que entregues un mensaje por mí. Dile a Theo que más le vale dormir con un ojo abierto porque cuando menos se lo espere, voy a ir por él y lo voy a hacer arrepentirse de haber nacido. Y luego te mataré a ti lentamente por siquiera acercártele a Lydia, ¿está claro, niña?

Dicho esto, encajó las garras en su cuello, lo suficiente como para hacer sangrar pero no para desgarrarle la garganta. Disfrutó por un instante del miedo clavado en los ojos de Tracy y la golpeó por última vez contra la reja, con tanta fuerza que la dejó inconsciente. La dejó caer al suelo, limpiándose la sangre de las garras en su pantalón en un gesto descuidado.

—Bien, ¿nos vamos? —ignorando la cara de desaprobación y de disgusto de Scott, abrió la puerta del Jeep con total normalidad y le indicó a Isaac que le ayudara a dejar a Lydia ahí.

Finalmente, soltando un gran suspiro, Scott subió al Jeep en el asiento del conductor. Stiles tomó el del copiloto y Hannah se sentó detrás, apoyando la cabeza de Lydia en sus piernas.

—Nos vemos con Deaton —indicó Hannah a Isaac antes de que el Jeep arrancara. 

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Hannah acariciaba con dedos temblorosos el cabello pelirrojo de Lydia, susurrándole al oído lo que bien podrían ser mentiras piadosas: llegarían pronto, todo saldría bien, nada malo le volvería a pasar.

Lydia intentaba contener la energía dentro de sí, pero el poder era demasiado. Gritó, incapaz de aguantarlo. Era un grito de Banshee, un grito sobrenatural que hacía sangrar los oídos. Incluso estrelló los cristales del Jeep.

Stiles y Scott se voltearon a ver, preocupados. Tenían que llegar rápido. Hannah parecía estar al borde de una crisis nerviosa, pero intentaba ocultarlo.

—Shh, shh —susurró, dándole un beso en la cabeza a Lydia—. Todo va a estar bien, Lyd. Confía en mí. Vas a sobrevivir. Todo estará bien.

Lydia se quedó callada, temblando. Lentamente, alzó su mano y la puso contra el rostro de Hannah. Estaba helada. Hannah se estremeció.

—Pero tú no —murmuró, como si le doliera desde lo más profundo del alma decirlo en voz alta.

Hannah se quedó quieta un segundo, procesando las palabras. Ignorando las miradas de Scott y Stiles a ella, miró fijamente a Lydia.

—No me importa —dijo, siendo totalmente honesta—. Si tú estás bien, no importa.

Scott aceleró.

Killing /teen wolf |running #5|Where stories live. Discover now