.1

543 38 1
                                    

Querido, Freddie.

Hoy estoy cerca del mar, donde nos conocimos, tú tenías un cigarrillo entre tus labios, yo tenía unas ojeras que denotaban que no había dormido. Solo me dedicaste una sonrisa, la cual parecía muy fingida, yo no pude hacer lo mismo, no me encontraba bien, sin más me tiré sobre la arena. Tú imitaste mi gesto. No entendía el porqué, pero me halagaba el hecho de que un chico tan lindo se sentara a mi lado. Escribo esto, porque no sé cómo expresarme, Freddie. Mi ansiedad no me lo permite.

No te importaba mucho. Pero esto pareció volverse constante, parecía que te levantabas todas las madrugadas, solo para ir a la playa y encender un cigarrillo. O para verme... Yo lo hacía para eso, siendo sincera. No te importaba mucho el hecho de que no pudiera entablar una conversación como una persona normal. ¿Recuerdas ese día en el cual pusiste una canción de The Libertines? El mar, la playa, comenzó a tener un significado especial, no importaba en qué condiciones se encontrara, no importaba nada, solo tú tocando la guitarra, al ritmo de "You Are My Waterloo" Se puede decir, que desde ese entonces, la guerra de Waterloo, es mi metáfora, para referirme a ti. A algo que por más que se intento, no se pudo obtener. Después de esa noche, después de darme cuenta que mi amor de medianoche era más que eso, estaba dispuesta decírtelo, pero esa noche no apareciste. Esa noche, llevaba una rosa morada en mis manos. Morada. Por el hecho de que tú eras un príncipe de un cuento tan extraño, tan especial..., que ni siquiera podría darte el título de "Príncipe azul" Esa noche, los cangrejos mordían mis pies. No sentí el humo del cigarro entrar a mis pulmones, tú causaste que en cierto punto ese olor fuera agradable, porque se mezclaba con el tuyo. Cigarrillo y menta. Cuando no supe nada de ti, durante 2 días, decidí que simplemente, era por mí. Y no puedes culparme por ser así. Aunque bueno, sí puedes hacerlo. Pero llegaste. No dijiste nada, solo te tiraste en la arena, como la primera vez. "Aún así me seguiré escondiendo de ti, escondiendo lo que está detrás de mí. Y esas alarmas suenan cuando dices que tu corazón aun canta, cuando estás conmigo." No me explicaba porque dirías eso, afirmaste que solo querías cantar a mi lado. Y así hicimos, nunca antes había dejado que escucharas mi voz. Pero eso ya daba igual, eras el lugar donde más segura me sentía.

Las olas de mar chocaban en la arena, produciendo un sonido relajante, mezclándose con el sonido de nuestras voces. Las pisadas en la arena fría. Llenos de alegría tomamos la decisión de entrar en el agua me gustaba la idea, porque sentía que tú no me juzgarías, y no lo hiciste, estando bajo el agua, ¿acaso algo más importaba? Sentía una paz interior inmensa, no había ningún ruido, más que el de nuestra respiración, podía flotar libremente, y disfrutar, después de mucho tiempo... Sentía que mi mundo se hacía más grande. Sentí el agua recorrer mi espalda, cada parte de mí, como si perteneciera a ese lugar. "Sobreviviente de más de una vida" me llamaste.

Nos imaginé corriendo por toda la playa, tomados de la mano, después de un rato, me tomas de la cintura, para solo admirar el paisaje. Nos reímos hasta que no podemos más. Yo haciéndote saber que tus ojos grises eran la cosa más linda que he visto jamás, y tu barba a medio crecer, me parecía muy linda para tu rostro de bebé. Yo, con mi vestido blanco, y tu chaqueta negra para cubrirme del frio. Tú con tu mirada fría, puesta sobre mí y una cerveza en mano, haríamos locuras por todo el lugar. Recorriendo callejones oscuros, nada nos importaría. Porque nos tendríamos el uno al otro.

Jamás me imaginé sentir un magnetismo tan fuerte por un hombre, estaba atónita con la bella inocencia de tu mirada. Cuando cruzamos miradas se escuchó un crack en la tierra, como si hubiera acomodado la falla de San Andrés. Fue cómo una corriente eléctrica que iba desde la punta de mi dedo índice, recorriendo cada parte de mi cuerpo. Cómo si no existiera nadie más.

"Moriremos en la propia clase que nacimos, pero es nuestra, mi amor. "Te susurré. Tú solo reíste por la referencia. Y sin pensarlo, me abalancé a abrazarte, el olor a cigarrillo que desprendías, se había ido, pero un fuego invadía mis mejillas.

Algo que nunca olvidaré, fue cuando me disté el anillo que se encontraba dentro de tu chaqueta, tenía grabado tu nombre, me mostraste uno que tenía grabado "Katie" Solo te miré extrañada ese obviamente no era mi nombre, me tomó unos segundos comprender... Yo apenada corrí por mi mochila, sacando una hoja, donde se encontraba plasmado tu rostro en una pintura, y un poema al reverso. "Katie, eres mi Waterloo. Me tomaste de las mejillas, lento y lleno de amor, nos dimos un beso. Me aseguraste que algún día nos volveríamos a ver, no supe con certeza a donde ibas, pero no me importo mucho.

Créeme si algún día regresas, con tu pelo desordenada, con tu sonrisa que derrite a cualquiera, y toda tu maldita perfección, jamás te perdonaría, pero no te dejaría ir. Jamás te perdonaría por dejarme ahí, al borde del abismo, al borde de las olas.

De todas formas, Freddie. Ya no escucho la música.

 Ya no escucho la música

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al borde de las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora