Soy el primer hombre del mundo.
Nací de una enorme gragea marrón con
Pústulas y cuerpos venosos purulentos.
Tal vez un origen un poco repulsivo, pero en aquel lugar todo era
Cálido, todo se sentía bien; flotaba en una sustancia espesa
Cuyo color es indescriptible aún para el más conocedor y versátil
De los escritores, aún para el niño cuya mente imagina lo inimaginable.
De esta misma forma, aquel líquido me proporcionaba una vida, y facultades
Para sentir felicidad y placer.
Una vez cayó una catástrofe de los insondables cielos negruzcos,
Que perturbó la tranquilidad de mi mundo.
Aquel embrión que era mi hogar, se quebró y de el
Emanaron los sentimientos de los hombres, como también las desgracias.
Aquel líquido que me abrasaba perpetuamente, se diseminó
Y filtró entre las grietas del suelo de aquel mundo,
Árido, infértil y desconocido.
Pasaron los años y mi ser era incapaz de sentir de nuevo
Aquella felicidad, por el contrario, solo abundaba la
Tristeza y desahucio en mí. Vagué durante décadas, siglos;
Posteriormente me vi perdido entre el tiempo y el lugar en que
Me hallaba, pero que de alguna forma no sabía si realmente estaba allí,
Perdido, o si era alguien.
Un día observé que aquel mundo había florecido y que lo homogéneo
Era un vestigio del pasado. Abrí los ojos para entender que
Aquel líquido ya no estaba perdido entre rocas
De una profundidad desconocida, si no que ahora estaba frente a mí,
Cuya apariencia podría describir perfectamente, sin embargo
Lo que producía en mi seguía siendo algo inexplicable.