Malestares

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Hace días pasaba algo extraño, con él, con su cuerpo.

Consultaba con Eweleïn, más de una vez, ante cualquier síntoma, pero no había razones aparentes. Entonces le relató las situaciones.


El comedor, pisos de madera, olor a comida, un poco de moho en las esquinas. El orejudo revolvía su plato caliente con cansancio, se sentía decaído, todo aquello lo tenía pensando desahuciado.

Unos pasos conocidos entraron al lugar. Vio la figura de Gardienne, meneando su melena color ceniza, dirigiendose a ver a Karuto. Ella se apoyó sobre el taburete cruzando sus finos brazos, arqueando levemente su columna favoreciendo la posición de sus piernas. Observó comos sus labios comenzaban una conversación con el gruñón cocinero, como jugaba con su pelo mientras la charla se volvía una discusión y sus orejas enrojecían levemente. Desde ese dificultoso ángulo vio levemente su ceño fruncir, escuchó levemente un bufido resignado, y la vio retirarse un poco indignada, pero sin embargo divertida, esa sonrisa la delataba.

Cuando volvió a probar su comida, estaba fría.

Síntoma 1: pérdida de la noción del tiempo.





Esta vez, recaudó un poco de concentración para hacer pócimas de reserva para la enfermería. Se encontraba uniendo las mezclas, y en un mortero checaba su consistencia, olor y color. Entre sus ojos vio las burbujas llegar al tope del recipiente a una gran velocidad, todo parecía en orden, era la última tanda.

-¿Ezarel?- susurró levemente su dulce voz.

¡Crasch!

El elfo se recuperó de la sorpresa para mirar sin esperanza el desastre del piso, todo su trabajo se expandía por el suelo como oleajes de mar. Se dio vuelta con rostro de amargura. Su ceño se aligeró un poco al ver sus ojos morados.

- ¿Qué?- preguntó.

- ¿Te asusté?- dijo risueña intentando disimular la sonrisa.

¿Cómo se podría enojar con esa carita?

- No vengas de prepo de nuevo- le aclaró masajeando sus sienes.

- Pf, se te encogieron las orejas como un Crylasm asustado con solo susurrarte-.

El orejudo la miro peor y le arrojó un trapo, ella salió rápidamente de la escena.

Síntoma 2: espasmos involuntarios.



Las plantas que venía cuidando hace tiempo daban sus flores, resplandecientes por el rocío, se veían saludables y listas para utilizarlas. Entre los ramajes de su pequeño bosque, vio en la fuente de la música a un par de personas.

Bien sabía que una de esas personas era Gardienne, pareciera que ella rondara en su mundo todo el tiempo. Ella estaba acompañada por un tipejo de obsidiana, algún descerebrado musculoso. Su actitud era de galán, se mantenía a cercanías de ella y no dejaba de mirarle coquetamente, eso le producía un malestar, sentía su ceño pesado, y su garganta ardía levemente. Y sin embargo, cuando se detuvieron a hablar, y osaba a realizar contacto corporal, ella no hacía nada al respecto. Actuaba como si no le importara, y eso, le daba un pesar en el pecho y le hacía sentir raros los ojos. Y ¡gah! ese imbécil, se acercaba a su rostro mirando sus labios, ugh, ella estaba estática aquí ¡Vamos haz algo idiota! observó intensamente la escena como si pasara en cámara lenta, y de pronto ¡bam! un cabezazo, él forzudo hombre se echó hacia atrás tapando su nariz sangrante. Ezarel esbozó una sonrisa incontenible, soltando los tallos aplastados por sus puños. Ella se fue caminando esbelta, sintió por ella algo de orgullo.

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