*Capítulo Cinco: "Hola... otra vez"

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—De allí no me pertenece nada —el desdén se fue apoderando de su sangre—, no soy igual que tú —su cabeza dejó de retumbar y cualquier indicio de dolor fue reemplazado por la rabia—, yo «soy normal» —Eric se cruzó de brazos—. No quiero nada de ese inmundo lugar —el asco expresado en una sincera oración, produjo que Eric sonriera con la confianza propia de un hombre como él.

—No te creas hermanito, tú eres igual a todos nosotros —le recordó el origen de su nacimiento—, así que deja de fingir que eres el diferente de la familia —puso entre comillas la última frase. La mueca de asco de Edvino se acrecentó—. A penas estés fuera de ese estado de ebriedad, quiero proponerte un trato —Eric tenía la certeza de que no sería tan sencillo convencerlo—. Estaré un par de horas más aquí —avisó sin importarle la respuesta que podría darle su hermano—. Tendrás tiempo para meditar tu decisión —mas Edvino no lo oyó, porque en su mente eclipsó una imagen, la figura perfecta de una mujer que le daba las razones suficientes a su corazón para preservar la vida.

Temeroso de sus propias fantasías, observó a su hermano.

—¿Alguien más estuvo aquí aparte de ti? —Inquirió creyendo que todo se debía a una pesadilla. Poniéndose de pie, se acercó a Eric, no le interesó estar sin zapatos, era un detalle mínimo.

—¿Por qué lo preguntas? —Eric lo examinó con una curiosidad petrificante.

Desde la adolescencia, Eric concluyó que había demasiadas actitudes extrañas en la relación de esos dos. Su hermano y su mejor amiga eran enlazados por un nexo que no era sencillo describir en el plano físico. Incluso, por un momento, él llegó a pensar que ambos compartían la "esencia", pero no. Eso, sencillamente, era imposible. "Si lo fuesen, la ceremonia de desunión ya se habría celebrado en honor a Edvino hace muchos años", pensaba Eric.

"La esencia idílica de la pasión, primitiva como el instinto de un animal, es la sincronía del universo, que se conecta en los ojos de las dos almas que beben de la misma ambrosía, de dos almas gemelas. La seguridad del reencuentro de los enlazados es tan poderosa que es capaz de fraccionar los muros voluminosos que separan cada dimensión. Mantiene un vigor que es capaz de destruir a los propios amantes. Tan prohibida e irracional como mantener oculto el conocimiento de los sentimientos... resulta ser tan potente que para poder obtener la libertad y la integridad del poder, es necesario eliminar a la otra mitad".

Eric aun recordaba las palabras iniciales de cada Desunión, seguida de los gritos de horror de ambos enlazados... Hasta ese momento, Eric no comprendía quién sufría más ¿el amado que veía fallecer a su amada, o la mujer, que perdía el último aliento al ser incinerada?

—En mi piel tengo la sensación de unas manos delicadas que me ayudaron a subir hasta aquí —Eric salió del ensimismamiento al oír la voz algodonosa de su hermano—, y tú no tienes manos tersas y pequeñas —Eric volvió la mirada hacia su hermano, quien recuperado de sus recuerdos, aguantó las ganas de partirse a carcajadas por la cursilería de Edvino.

Eric, conservando la compostura, caminó dentro de la habitación hasta alcanzarlo.

—Es gracioso que preguntes eso —Eric relajó los hombros ante el extraño cuestionamiento de su hermano mayor—, pensé que no lo recordarías —la necesidad de conocer el nombre de la persona que lo cuidó en su debilidad, se volvió en un objetivo insoportable para Edvino—. Sí, querido hermanito —se burló esbozando una enorme sonrisa—, aquí estuvo una mujer —no le diría las cosas sin hacerlo sufrir antes—. La conoces bien... —añadió—, es tu amiga de la universidad.

El principio de la noche era una contradicción. La imposibilidad de contemplar la vida en la oscuridad le dio las ganas de cerrar los ojos y evadir la realidad.

Poesía VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora