La Katana de la Unión

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- ¿Qué estará haciendo ella aquí? – se preguntó ocultándose rápidamente - ¿Acaso querrá sabotear mi cita con Ryoga?... Es verdad, aún no le digo que ya no quiero casarme con ella. Que idiota fui... tal vez deba decírselo ahora – continuó y salió de su escondite... pero a lo lejos pudo ver que Ryoga avanzaba torpemente a una de las salidas. Se veía algo lastimado.

Saltó de dónde estaba y corrió hasta él sigilosamente. Akane pudo sentir una presencia conocida tras ella, pero cuando volteó no pudo ver a nadie. Se sintió algo nerviosa, pero trató de no darle mucha importancia al asunto...

Ranma le esperaba más allá. De inmediato se sonrojó...

- Que tal – saludó él tratando de disimular su nerviosismo

- Hola Ranma – en eso Akane notó lo agitado que estaba el pelinegro, como si hubiese estado hace poco en una pelea - ¿Te encuentras bien? ¿Estuviste peleando con alguien? – preguntó preocupada acercándose....

El pelinegro recordó la extraña escena que tuvo hace solo unos minutos con Ryoga y sintió que una nube negra lo aplastaba. No podía decirle a Akane la verdad... Además Ryoga no le perdonaría que lo dejara mal frente a ella. De seguro solo estaba molestándolo.

- Claro que no, que boberías dices... - dijo y se puso las manos tras la cabeza para intentar parecer despreocupado – Ya estamos aquí... ¿Ahora qué quieres hacer? – preguntó

- ¿Y si vamos a las barcas en la laguna?

- Mmm, parece buena idea... - en eso Ranma miró a su prometida. Se sonrojó al ver lo bonita que estaba – Oye Akane...

- ¿Eh? ¿Sucede algo? –

- No te ves tan mal con esa ropa – soltó de una vez y avanzó más rápido para que ella no pudiera verle. Akane sonrió dulcemente y le siguió...

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La chica Ranma llegó hasta dónde estaba Ryoga. El pobre Hibiki había caído desmayado por la golpiza que le había dado el pelinegro. Aún así, las flores que pensaba darle a "su chica" no habían sufrido daño. Se había esmerado mucho por eso y no iba a dejar que les pasara algo.

La pelirroja lo arrastró a una de las bancas y lo acomodó con cuidado. Estaba algo lastimado, pero lucía normal. No es que le hubiera dejado los ojos negros o tuviera algunos dientes menos. Solo estaba aturdido... La persona que lo atacó tuvo consideración, aunque era obvio que estaba muy enojado.

Ryoga comenzó a abrir lentamente los ojos... vio una figura borrosa y mucho rojo...

- ¿Ran...ma? – susurró y volvió a cerrar los ojos. La cabeza le dolía espantosamente

- Ryoga ¿quién te hizo eso? – preguntó ella. En eso el Hibiki se levantó enojado... pensaba gritarle que fue ella misma pero, cuando la vio claramente quedó embobado y solo pudo sonrojarse...

"Ranma actúa muy extraño pero... no puedo enojarme con él. Con ella..." – pensó viendo fijamente el suelo. Aún tenía las flores y estaba esperando el mejor momento para dárselas. Las malditas palabras no le salían, estaba seguro de que si se atrevía a hablar iba a tartamudear o simplemente no iba a salirle la voz. Ella lo miraba con ternura...

Su Ryoga era un encanto. Siempre lo había sido... y estaba feliz de que finalmente él actuara así con ella y no con Akane...

- ¿Esas flores son para mí? – Él se tensó de inmediato. Maldita sea... era un cobarde. Ella siempre tenía que tomar la iniciativa... no podía hacerse llamar un hombre si seguía así.

- Si yo... este... - "Por todos los cielos concéntrate Ryoga" pensaba y se regañaba. Nunca había estado tan nervioso en su vida. Ni siquiera al lado de Akane, o Akari... nadie le había provocado eso en su vida. Además, siempre que se atrevía a mirarla a la cara recordaba el intenso beso que se dieron en su tienda, y los colores se le subían al rostro. Se podría freír un huevo en su cara...

Desorientado (RanmaxRyoga)Where stories live. Discover now