Quince.

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En esa mañana, Louis estaba muchísimo mejor y por eso había salido a tomar aire junto con el granjero.

Tras un gran silencio en el que tan solo se escuchaba el trinar de los pájaros, jugueteando entre los árboles, el ojiazul se detuvo y respiró en profundidad.

...-Harry...emm, ¿puedo preguntarte una cosa?.

-Si, claro...por supuesto- dijo éste sonriéndole.

-¿Por qué no están contigo tus hijos?, bueno, este es un lugar maravilloso para que unos niños crezcan sanos y felices.

El ojiverde se detuvo también saltándose de la mano, la cual le tenía cogida y caminó unos pasos hacia delante, mirando al horizonte.

-Los alejé de aquí, verlos me atormentaba demasiado.... Lo estaba pasando realmente mal y pensé que fuera de aquí estarían mejor...No quería que verían al fracasado y amargado borracho en el que me convertí.

Louis caminó hacía él y le abrazó fuerte.

-Estoy seguro que nunca pensarían eso de ti Harry, tú eres un hombre maravilloso y ellos solo verían eso.

Harry se lo rodeó con sus brazos, negando con su cabeza, mientras miraba hacia el polvoriento suelo de tierra que los rodeaba.

-No Louis, no es cierto...Antes de que tú llegases a mi vida yo estaba perdido, era un inútil y un borracho...Mi granja ha seguido en pie gracias al esfuerzo y el trabajo de los muchachos, no con el mío.

-No te castigues así—dijo el ojiazul mirándolo con devoción— ...tú la amabas mucho y ella se fue sin apenas hacerte a la idea de perderla...Seguro que esté donde esté, ella quiere que sigas adelante y tengas a tus niños contigo.

-Tengo miedo, Louis... quizás me odien por alejarlos y quizás ya ni se acuerden de mí— el ojiverde suspiró resignado—...Yo de veras los amo y todos los días me acuerdo de ellos, realmente me odio mucho por lo que les hice.

-Bobadas-espetó repentinamente el ojiazul—…. Estoy seguro que tus hijos te adoran y estarán felices que de les hables y les hagas llegar tu cariño, no dejes pasar más tiempo, la vida es muy corta y ellos necesitan a su padre.

- ¿Sabes qué?—preguntó el granjero sonriendo.

-¿Qué?.

-En verdad tú eres un ángel y creo que Dios te ha traído hasta mi para guiarme y enmendar mis errores.

El maestro sonrió chasqueando la lengua.

-No creo eso, yo no tengo nada de ángel... Tan solo veo que sufres y me duele también.

De repente Harry lo cogió de la cintura y lo subió a su regazo.

-Si te pido una cosa, ¿me ayudarás?-preguntó.

Este asintió aunque algo confuso.

—Si te digo que quiero ir con ellos, ¿Vendrás conmigo a verlos, Louis?... contigo será mucho más fácil.

El maestro bajó la mirada y negó.

-Harry, nada me gustaría más que eso pero olvidas que debo desaparecer, no quiero que os pase nada y Simón es capaz de todo... De verás me encantaría pero debo irme de aquí, de vuestras vidas cuanto antes, no quiero involucrarnos más.

-¡No!—exclamó el ojiverde con molestia posándolo de nuevo en el suelo—... ya te dije que no dejaré que te vayas... Te amo y tú a mí, esto no es una simple aventura y ese Simón no te hará nada...yo voy a protegerte, ¡nosotros cuatro lo haremos!....Louis, acabo de encontrarte y no voy a perderte a ti también.

-Pe-Pero Ha-Harr....

-Pero nada, no te irás, ¿Me escuchaste?, no dejaré que te vayas de mi lado jamás.

Louis se secó las lágrimas, las cuales hacía ya un rato que habían empezado a brotar de sus tristes ojos y a descender por sus mejillas.

-De a-acuerdo, está bien, me quedaré.

-Bien, ahora regresemos, aún no estás del todo recuperado y empieza a hacer frío- dijo el ojiverde sacando su chaqueta y poniéndosela por los hombros al maestro para luego  echar a andar.

Cuando llegaron de nuevo a la casita, ya Liam tenía la comida casi lista y los muchachos estaban terminando de acomodar los animales para pasar.

-Que gusta verte mejor, Louis... parece que el aire fresco te ha sentado muy bien- dijo el ojimiel al verlos llegar de la mano muy contentos.

El ojiverde sonrió.

-Gracias, la verdad es que sí... Éste paseo me ha dado muchas fuerzas- dijo apretando la mano de Harry.

Disfrutaron de la deliciosa comida en cuanto estuvo lista y tras una amena charla con los chicos, todos se fueron a seguir con la faena.

Louis y Harry volvieron a la habitación para que el ojiazul descansase pero nuevos besos y caricias hicieron que una nueva burbuja se firmara donde se amaron intensamente una vez más.

Durante horas sudorosos y jadeantes, aliviaron el fuego de sus cuerpos ardientes con toda la pasión y el deseo que dos amantes podían sentir pues nunca les era suficiente, el amor y la necesidad de tocarse y sentirse, era mucho más fuertes que el cansancio que pudieran sentir.

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9. La granja Styles.-Larry Stylinson. TERMINADA.Where stories live. Discover now