—¿Me escuchaste?

—Sí...—responde molesto, ya agotándose de paciencia.

—Bien, vuelve al trabajo—le dice por último vez, lanzándome una sonrisa risueña. Jinyoung se estaba llendo cuándo le hablé.

—¡Eh Jinyoung!—sus ojos fueron directo a los míos al girarse.

—¿Quién te autorizó a poder decir mi nombre?—sonreí divertido.

—Mejor te digo enanito si te molesta.

—¡No!—gritó. Mi corazón empezó a latir más rápido al ver su delicado y tímido rostro cuando algunos se le quedaron mirando—Está bien, puedes llámame Jinyoung...

—Bien—se acercó resignado, abriendo la libreta—Quiero un café amargo, por favor— asintió, caminado de vuelta al mesón—Por cierto, me puedes decir Jaebeom —el enanito me miró por última vez, regalándome una pequeña sonrisa.

No me puede gustar el café, pero si le agregas un poco de azúcar, te deja un delicioso sabor.

Los días pasaban, así como las hojas caían hasta llegar al húmedo césped, también la amistad de el obsesivo por el café amargo y el despistado pero dulce mesero.

Cada día Jaebeom asistía sin falta a la cafetería del pelinegro. Pidiendo exactamente lo mismo a la misma persona, tan rutinario pero mágico para dos jóvenes que se sonreían de con sólo mirarse. Los mismos ingredientes, un poco de café en grano, agua caliente, y una pequeña cucharadita de azúcar para dejar un excitante sabor, y una combinación perfecta.

—¿Quieres salir a pasear cuándo termines de trabajar?—el mayor se acercó a Jinyoung nervioso, algo extraño en él se instaló en su paladar, siempre demostraba confianza al hablar pero esa vez fue todo lo contrario

—Oh—El dulce mesero estaba sorprendido por la oferta, pero aceptó de todas formas. Se repetía que debía parecer un tonto frente al mayor, viéndose inseguro y titubeante.

La sonrisa de Jae no podía borrarse de su rostro al caminar por las ruidosas calles de Seúl acompañado de Jinyoung, era demasiado perfecto para ser real. Las conversaciones se daban sin ningún problema, era casual y cómodo. Los roces de manos eran inevitables, así como también los crecientes sentimientos que azotaban los corazones del par.

—¿Te gusta alguien?—la rápida pregunta del pelinegro calló a Jaebeom, que hablaba sobre música. Pensó un poco antes de responder, podría meter la pata si se equivocabaf.

—En realidad sí, esa persona es maravillosa—el rostro de Jinyoung perdió la sonrisa cálida, cambiándola rápidamente por una deprimida. Jaebeom trató de mantener la calma, de vez en cuando era muy estúpido.

Bueno, muchas veces.

—Me alegro, espero que seas feliz, muy feliz—las frías palabras del mesero dejaron a Jaebeom muriendo. No permitiría que un malentendido impediría no poder tener a Jinyoung en sus brazos cada día, de no poder disfrutar del delicioso café que servía con tanto entusiasmo en su mesa a las 17:45 de Lunes a Viernes.

No existían palabras para demostrar lo dulce que podía ser el café que Jaebeom se llevaba a los boca, tan dulces como los labios de Jinyoung que besó con tanto cariño esa misma noche cerca del parque.

—Me vuelves loco enanito. Esa maravillosa persona de la cual quiero ser felix, eres tú—se declaró sintiendo con el corazón latirle por todo el cuerpo, subiendo su presión.

El pelinegro tocó sus labios anonado, era el primer beso de muchos, uno en donde sentía que el cielo le daba la bienvenida. Observó con intensidad a Jaebeom antes de unir sus labios, un característico sabor amargo palpeando su comisura.

—Debes saber que desde el primero momento en que te vi, supe que me ibas a traer problemas—Jinyoung se alejó del rostro de Jaebeom con el ceño fruncido.

Sus mejillas estaban sonrojadas, y un intenso brillo adornaba sus ojos, Jaebeom se estaba literalmente  deshaciendo con tanta ternura.

—¿Qué quieres decir con problemas?—la suave voz del pequeño lo dejó en las nubes. Sin responderle continuó acariciando sus labios con los del menor deteniendo el mundo por unos segundos, minutos, horas, días, años, toda su vida estaba reflejada en los brillantes ojos de Jinyoung.

Sonrío antes de tomar la mano del pelinegro y caminar por el parque.

—Problemas....vaya problemas que trajiste enanito. Por empezar, gastaba mi dinero en café que ni siquiera me gustaba.

—¿Por qué lo seguías pidiendo?

—Un chico torpe, converaador, hermoso, y con perfecto trasero—Jinyoung le pegó un suave golpe en el hombro—Me robó el corazón con solo una palabra, de solo un café.

Sin dar tiempo de procesar, el mesero se lanzó a los brazos de Jaebeom satisfecho, por fin había llegado esa persona que soñaba desde niño, esa que solo creía que existía en libros y películas.

—¿Qué más?-—insistió Jinyoung, abrazando la espalda del más alto. Nunca se sentiría cansado si lo tocaba, aunque fuese un suave roce, con eso le bastaba

—Bueno, no podía dormir, no sé si fue por tanta cafeína o por pensar en ti cada maldito segundo—Jinyoung le sonrío a la calle, su corazón iba a explotar, nunca había latido tan rápido.

—No sabía que te traía loco—soltó una carcajada, molestando a Jaebeom—su hubiera sabido que no te gustaba el café podría haberte llevado té, ¿Te parece eso para la próxima?—dijo con cierta picardía.

—Mmh, qué coqueto. Pero prefiero verte ese lado tuyo en otro momento.

El dulce mesero le advirtió de no imaginar escenas raras en su mente, acusando de no hacerse responsable de cualquier acción del mayor.

—Eso es más provocativo, Jinyoung—Jaebeom comentó divertido, acariciando la mano del menor. Sintió escalofríos recorrerle cada parte del cuerpo, junto con el menor se estremeció al chocar con la brisa nocturna. Jinyoung dejó caer la cabeza en el extenso hombre del chico con sombrero de pescador.

—Es mejor el café, es dulce.—confesó Jaebeom antes de acercar su rostro al de Jinyoung y rozar sus labios.

Puedes ser un café, en grano o molido, como también azúcar para endulzar la bebida caliente. Incluso un té, helado o frío, una leche, agua, jugo, nada de eso importaba, Jaebeom se habría enamorador Jinyoung de todas formas.

—Por cierto, tú también me gustas—confesó obvio, apretando con fuerza sus manos unidas—Y me a mí sí me gusta el café.

Jaebeom podría con eso.

𝘊 𝘰 𝘧 𝘧 𝘦 𝘦 «ʲʲᵖʳᵒʲᵉᶜᵗ» ☕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora