Capítulo 08. Un horrible presentimiento

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—Oh, lo siento. ¿Te dolió? Mi descuido.

Lo introdujo al auto casi empujándolo, y azotó la puerta con fuerza detrás de él. La gente, para ese entonces, ya había comenzado a retirarse.

—Bien hecho, Sear —comentó Tommy, casi como un regaño—. ¿Piensas que ya pasó el tiempo suficiente desde tu última jalada de orejas por abuso policial?

—Tú mismo lo viste, se resistió con todo empeño —contestó Cole, encogiéndose de hombros despreocupado—. Tú me respaldarás, ¿no?

Añadió un guiño de complicidad tras sus palabras, a lo que el otro policía simplemente suspiró.

—Mientras pueda, amigo mío.

Tommy era diez años mayor que él, de poblado bigote de un estilo un tanto anticuado. En la teoría se suponía que era su senior, encargado de enseñarle y cuidar que hiciera todo de acuerdo a las reglas y procedimiento. En la práctica, Tommy resultaba ser bastanteaste condescendiente con ello. A pesar de que no era tan viejo, parecía compartir muchos de los pensamientos de la vieja guardia, en los que se consideraba comprensible, y hasta recomendable, que a los criminales se les tratara como fuera necesario. La diferencia entre Cole y él, es que Tommy la mayoría del tiempo sólo lo pensaba, mientras que Cole lo aplicaba a cada oportunidad.

El motivo del actuar de Cole, sin embargo, no se debía a un apego a viejas costumbres. Mientras que muchos de los policías de homicidios, veían todo de una forma un tanto fría, sin involucrarse e manera personal, y sin lograr ver a las víctimas como algo más que simples cadáveres (algo que de hecho era bastante recurrente que se les mencionara desde la misma academia), Cole tenía una perspectiva totalmente diferente de cada caso, que lo llevaba a obtener una visión al respecto que ninguno de sus compañeros podría igualar.

Esa era, precisamente, su dichosa "ventaja", aunque muchos la verían como todo lo contrario.

Tommy le sacó la vuelta al vehículo por el frente, y se dirigió al asiento del conductor. Sin embargo, Cole no se dirigió a su respectivo lugar.

—¿Puedes adelantarte a llevar a este idiota y procesarlo?

Su compañero lo volteó a ver, algo confundido por tal petición.

—Seguro. ¿Pero a dónde vas?

—Tengo otro asunto del cuál encargarme.

—¿Asunto? ¿Qué asunto?

Cole no dijo nada. Sólo sonrió y ladeó un poco su cabeza hacia un lado. Eso, aparénteme, resultó ser suficiente para darse a entender.

—Ah, ¿un asunto de "ese" tipo?

De nuevo, no respondió.

—Te veré en un rato —señaló Cole, y comenzó entonces a alejarse calle arriba—. Que no se te escape.

—Descuida, esta noche dormirá en las sombras.

Tommy se subió al auto, y arrancó, andando después en la dirección contraria.

— — — —

Una vez que la adrenalina y la emoción de la pelea se calmó, Cole comenzó a sentir el ardor de los golpes recibidos en la cara, y de los golpes proporcionados en sus nudillos. Definitivamente no estaba en la mejor condición para ir a una cita, si es que ese fuera el caso. Tendría que colocarse hielo al llegar a casa, y limpiarse los nudillos con alcohol. Pero en realidad no le importaba; hasta cierto punto, ya estaba acostumbrado.

No fue muy lejos, en realidad. Unos cuantos metros más delante de la escena de su pelea, se introdujo en un callejón angosto y algo escondido. No había nada en ese espacio, más allá de algunos botes de basura y una escalera de incendios en el costado del edificio izquierdo.

Resplandor entre TinieblasWhere stories live. Discover now