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—Por favor, hablemos.
—Ahora no, Mía. Me duele la encía como para tener una conversación.
—Bien, entonces sólo escúchame —me moví un poco más para quedar completamente frente a Alejandro—. Yo... Yo lo siento. No quise que salieras lastimado y en verdad que si yo hubiese sabido que Camilo iba a comportarse de esa manera, te juro que no te hubiera involucrado en esto.
—Mía...
—Yo no sabía que él iba ser agresivo... Él no es así. Perdóname.
—Mía —se levantó de la silla en donde estaba sentado y yo tuve que levantar la cabeza para poder verlo a los ojos—, tú no tienes la culpa de nada de lo sucedido.
—Sí la tengo.
—No, no la tienes. Tú no sabías que Camilo se pondría celoso y que reaccionaría así.
—Pero debí imaginarlo... De hecho, ese era el plan, ¿lo recuerdas? Debía hacer que Camilo tuviera celos de ti.
—Mía, esto también fue mi culpa —la sombra de una sonrisa apareció.
—Claro que no —negué con la cabeza—. Aquí tú solamente eres la víctima.
—Mía, yo soy hombre, así que se cómo reaccionamos. Desde un principio sabía que esto podría suceder.
—Si ya sabías, ¿por qué ayudarme?
—Digamos que... una chica linda no se acerca todo los días a pedir que finjas ser su novio para darle celos a su profesor.
—Alejandro...
—Me gusta ayudar a la gente que me pide ayuda —tomó mi mano y la presionó—. No te sientas mal, es un simple golpe.
—Sí, un simple golpe que pudo dejarte sin dientes.
—Existen las dentaduras.
—Que gracioso —le di un pequeño golpe en el brazo y luego bajé la mirada—. Hablando en serio, perdón. Siento haberme ido y...
—Shh... Ya no quiero saber nada de anoche, ¿okay? Ya todo lo olvidé.
—Pero...
—Todo olvidado, ¿okay?
—Está bien —sonreí un poco y me dejé caer en sus brazos.


Estuve aproximadamente una hora hablando con Alejandro.
Hablamos sobre todo lo sucedido la noche anterior, de hecho, hablamos de todo los cambios que había tenido mi vida desde que Camilo había llegado a ella. Y vaya que mi vida había dado un gran giro desde que él llegó.

—¿Entonces?
—¿Entonces qué?
—¿Qué piensas hacer con Camilo?
—Te juro que no tengo idea. No sé qué hacer.
—Yo sé que harás lo mejor.
—No lo creo.
—¿Por qué dices eso?
—Porque cuando estoy cerca de él, no sé qué pasa conmigo —me encogí de hombros—. Al estar junto a él, estar en su presencia, es como si yo fuese una marioneta. Hago cosas que no quiero hacer. Es como si él fuese la persona que mueve mis hilos para que yo haga las acciones que quiere que haga.
—Eso es malo.
—Lo es.
—¿Pero sabes algo, Mía?
—¿Qué?
—Sé que tú harás lo correcto con respecto a Camilo.
—Lina también me dijo lo mismo; lo malo es que no sé qué es lo correcto. No sé qué hacer.

—Ya verás que sabrás qué hacer —sonrió y acarició mi mejilla—. Sé que sabrás hacer lo correcto.

—¿Qué crees que sea lo correcto?

—Lo correcto será lo que tú decidas hacer.

—¿Y sí lo que decido hacer no es lo correcto?

—Entonces habrás perdido una gran oportunidad.

—¿Qué oportunidad?

—Tú sabes qué oportunidad —me mostró una sonrisa chueca.

La verdad no tenía ni idea de qué oportunidad hablaba. Lina también había mencionado esa “oportunidad”, pero yo seguía sin idea de cuál era la oportunidad.

Simplemente asentí.

—Alejandro, ¿aquí hay un lugar en dónde no vaya nadie?

No sé si es amorWhere stories live. Discover now