Su entonada risa me hizo darme cuenta de que mi tonta mentirilla había funcionado.

-Está bien, está bien. No volveré a hacerlo- prometió, aun riendo.

-Gracias.

Mientras intentaba aplacar las ganas que tenía de vomitar, miré a Minho, que mostraba su perfil izquierdo, como en el auto, ya que miraba hacía uno de los juegos de su lado.  Me pareció tan bello, cómo su ojo conseguía ese brillo con el reflejo de las luces de colores, cómo su piel suave se volvía de oro y su sonrisa como perlas de mar. Saqué mi cámara y tomé una fotografía de él.
Me miró.

-¿Sigues haciéndolo?-dijo, divertido.

-Ya te dije que no es necesario que poses-reí.

-Ya te ríes-me observó con detenimiento y… encanto-. Tu risa es linda.

No pude evitar ruborizarme, aun en la oscuridad que ya pintaba el cielo, creo que él notó que mis mejillas adquirieron un tono rosado, ya que sonrió, fascinado.

-Gracias -musité, escondiendo el rubor.

-¿Ya estás mejor?-preguntó.

Asentí.

-Genial. Hay muchos juegos que nos están esperando- me sonrió de gran manera.

-¿Estás loco? -casi se me salían los ojos de las órbitas-. Prometiste que no volverías a subirme a otro de esos-dije, casi sin aire.

-Exacto, a otro de esos, lo que yo entiendo como alguna otra montaña rusa. Estos juegos son menores, si te subiste a esa grandísima cosa no creo que los demás te provoquen algún efecto- argumentó-. Diviértete conmigo-casi me rogó con los ojos.

No pude resistirme.

-Está bien-suspiré, resignado. A fin de cuentas, ¿cuál era el daño?

Me llevó de la mano a todos los juegos, en donde cada vez terminaba más despeinado. Él tenía razón, estar a su lado era divertido. Reíamos juntos sin ninguna razón, excepto por el puro placer de reír. Corríamos de un lado a otro, tomados de la mano para hacer fila en los juegos y mientras esperábamos nuestro turno, aprovechaba para sacar fotografías de él, sin que se diera cuenta antes, por supuesto.

Me sentí libre, feliz, especial; me sentí… como jamás me había sentido. Era como olvidarte del mundo exterior y como si sólo haya existido Minho a mi lado, para reír conmigo, mirarme con sus ojos miel y hacerme la persona más feliz en toda la faz de la tierra. Él era único, encantador, todo él podría ser una canción, un poema ó la rosa de un jardín.

Me reía como no lo había hecho desde que mis padres murieron, simplemente el mundo desapareció para mí, me encontraba flotando entre nubes, resbalándome por un arco iris y cayendo en los brazos de Minho. Y cada vez que sonreía y reía, su belleza era tan extrema que resultaba absurda. Su sonrisa era como un tesoro prohibido, de esos que no debes buscar, de esos que no debes encontrar; pero sin embargo, sumamente hermoso y atractivo.

Luego de que subimos a la mayoría de los juegos, decidimos tomar un descanso. Compró un par de algodones de azúcar y nos sentamos en otra de las bancas.

-Es divertido estar contigo- me dijo, mientras comía de su algodón color azul celeste-. No eres como Taemin, ya sabes…-musitó.

¡Taemin! Maldición, ¿por qué sólo me acordaba de él cuando lo mencionaba?

-Él es atrevido con esto de los juegos mecánicos -siguió. Pero la comparación me había dolido en lo profundo de mí ser-. Mientras que contigo, la diversión está cuando me ruegas que no te suba y luego de que te convenzo, bajas farfullando en contra mía- rió-. Qué divertido.

~Manual De Lo Prohibido~ (Minkey)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon