Ciego

13 1 0
                                    


Las manos se movían como pajarillos asustados. Los dedos no encontraban un sitio seguro para posarse y entre las curvas y los pliegues no germinaba el placer. Caecus lo entendió con ese primer suspiro nervioso.

     —Eres ciego.

     Weid sollozó, su terrible secreto al fin descubierto. En ese mundo de pieles desnudas y cuerpos rotundos, de susurros y oscuridades, él tenía los ojos llenos de vacío. Veía los cuerpos, la luz que se regodeaba en las redondeces de cada ser y se avergonzaba de sus propias carnes. Era ciego del alma, sus dedos se mordían el ansia de tocar y sus besos sabían a certezas moribundas.

     —No hay nada de qué avergonzarse, —sonrió Caecus.

     Los dedos de Caecus le cerraron los párpados. Los labios tejieron besos y una risa le hizo vibrar el vientre blando.

     —Yo también fui ciego, —le contó Caecus—. Un día cerré los ojos y pude ver. 

Dostali jste se na konec publikovaných kapitol.

⏰ Poslední aktualizace: Oct 24, 2017 ⏰

Přidej si tento příběh do své knihovny, abys byl/a informován/a o nových kapitolách!

InktoberKde žijí příběhy. Začni objevovat