Capítulo 1 amargo sabor a libertad

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Una joven de diecinueve años, de estatura media, aspecto un poco enfermizo y ojeras, miraba el centro en el que había vivido los últimos años de su vida. Odiaba aquel edificio blanco rodeado de jardines, y aún más el cartel que coronaba la entrada; Psiquiátrico Cornwall. Sonrió de medio lado jurándose que jamás dejaría que la volvieran a encerrar allí, porque antes prefería la muerte. Pero su auténtico calvario comenzaba aquel día, pues había estado planeando durante años lo que debía de hacer. Lo primero era buscar información, y sabía por dónde comenzar.

En secreto, había mantenido conversaciones con un chico al que internaron dos años atrás. El pobre muchacho, de no más de dieciséis años, llegó trastornado y gritando, se autolesionaba por el miedo que sentía, y por lo que Mina pudo descubrir aprovechando los largos momentos que pasaba drogado, supo que había estado en una fiesta clandestina en la metrópoli de Central, una inocente forma de diversión que acabó siendo una auténtica y sádica carnicería. Describió seres horribles, los litros de sangre que formaban un río y cómo logró sobrevivir escondiéndose en el conducto del aire acondicionado. No recordaba mucho más, excepto lo que estaba impreso en la invitación que le había entregado una hermosa mujer de pelo rubio: Noctis. Mina debía buscar cualquier pista sobre aquello, porque su meta en la vida era llegar hasta el demonio de pelo plateado, el que asesinó a su familia incluyendo a la pequeña Scarlett, su hermana de cinco años. Él era el causante de la pesadilla en la que se había convertido su vida.

Suspiró mirando una última vez el edificio, se pasó la mano por el descuidado y corto cabello color castaño y se puso en marcha.

La idea de volver a casa le perturbaba, los recuerdos de su atroz experiencia podrían reavivar el trauma adormecido en su mente... Tras unos minutos deliberando, la fortuna heredada de sus padres la animó a ponerse en marcha, porque aquella noche necesitaba recuperar fuerzas en cualquier otro lugar antes de enfrentarse a una terrible realidad pasada aún latente en su alma. Finalmente, con la esperanza pasar una apacible y reparadora noche alejada de su particular demonio, se dirigió en busca del hostal más cercano.

Estar fuera era extraño, en los últimos doce años no había salido del psiquiátrico más de cinco veces. La pequeña ciudad en la que se encontraba había cambiado tanto como ella, llegando a ser casi irreconocible.

De pronto, mientras observaba todo cuanto la rodeaba, cambió de dirección; iría a casa, tenía que afrontar su pasado, que estaba unido a su presente y futuro. Sabía que nadie había entrado porque hacía unos meses, la señora Figgins la visitó, comprobando que todo estaba en orden. La anciana había sido su vecina y le había tenido un especial cariño a su madre, por lo que se había ocupado de mantener lejos a los curiosos o saqueadores junto a su grupo de póquer a base de golpes de escoba.

Las farolas iluminaban la calle de la protegida urbanización con una luz clara y amarillenta. No había nadie, las casas estaban a oscuras y la gente dormía apaciblemente mientras Mina miraba el exterior de lo que una vez fue su hogar. Sentía cómo su corazón palpitaba con fuerza mientras a su mente llegaban fugaces relámpagos en forma de imágenes de lo ocurrido doce años atrás. Aquello le provocaba jaquecas y náuseas, porque la mayoría de recuerdos eran confusos, en realidad todo lo era excepto él. A él le recordaba claramente, tal vez demasiado, y a su pesar se sentía extrañamente unida a aquel ser. Algunas veces, quizás a causa del efecto provocado por los tranquilizantes y las drogas, había recordado en silencio, y había sentido que aquella mirada burlona escondía complicidad, pena e inocencia, pero siempre apartaba aquellos pensamientos diciéndose a sí misma que era el destructor de todo su mundo.

El primer paso para cruzar el umbral de la puerta fue el más difícil. El olor a viciado no había eliminado el toque de rosas que su madre solía impregnar por toda la casa. ¿Su vieja vecina había conservado la costumbre de su madre? Porque en el pequeño mueble que había a su lado se hallaba un enorme florero repleto de capullos aún frescos de aquella pomposa y hermosa flor. Aquel aroma le provocó un vacío en el corazón.

Flor del Crepúsculo [PUBLICADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora